Presupuesto y fiscalización/David Colmenares Páramo
¿Cómo mitigar las malas prácticas alimentarias?
MÉXICO, DF, 6 de enero de 2015.- México está respaldado por culturas milenarias, con una íntima relación con el entorno: respetuosa, venerante y agradecida, con ánimos de trabajar con y para ella, antes de considerar obtener sus frutos. Según los expertos en suelos, en biodiversidad… ¡Y en nutrición! Deberíamos volver a nuestra milpa, a nuestros métodos tradicionales de cultivo y de alimentación: maíz, frijol, chile y calabazas, acompañados de hierbitas para aderezar y sabrosear y de otras para curar, mitigar y remediar. De ahí, obtenemos –con combinaciones también tradicionales y deliciosas- proteínas, minerales, vitaminas… y pocas grasas, además de azúcares de las que sí alimentan.
La pandemia de obesidad –presente ya en todo el mundo y aguda en México- se debe a la preferencia de la comida industrializada, del tipo fast food: sus métodos adulteran los alimentos, resultan en residuos que terminan en descompensaciones serias en el organismo: hormonas provenientes de productos animales, otros medicamentos de engorda, aditivos, plaguicidas… más los productos transgénicos.
En el amplio y profundo reportaje de Martha Elena García y Guillermo Bermúdez sobre variables diversas en relación con los alimentos en México (producción y consumo), investigación redactada y bien salpimentada, en el libro Alimentos sustentables a la carta: de la tierra a la mesa, no sólo ponen el dedo en la llaga que produce enfermedades y obesidad… a la vez que desnutrición: el colmo del contraste. También, apoyan y revelan sistemáticamente lo que defienden instituciones como la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO) y grupos civiles, así como asociaciones de productores orgánicos y de comerciantes, que crecen en número, conocimientos y calidad: cuidar al productor, al protector natural de las tradiciones y de la tierra, para contar con alimentos suficientes y libres de los fallidos intentos humanos para “dar de comer a todos”, esfuerzos que –el tiempo lo ha demostrado- han enriquecido a pocos y han empobrecido los suelos, invariablemente.
Presentaron el libro –en Universum, Museo de las Ciencias, UNAM- el doctor José Sarukhán, director de CONABIO; el doctor Héctor Bourges, director del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición, Salvador Zubirán; el doctor Luis Alberto Vargas Guadarrama, experto en Antropología de la Alimentación, del Instituto de Investigaciones Antropológicas y José Franco, director de la DGDC, y la dirección General de Divulgación de la Ciencia, UNAM, como anfitrión.
Ciclos naturales de la Tierra
Las mezclas de cultivos no sólo debilitan plagas de modos naturales. También permiten el aporte de oxígeno, nitrógeno y minerales, con el fin de evitar el agotamiento de los suelos, perdidos muchos de ellos con la fallida política de monocultivo, en los años setentas: en aquellas épocas, en las que México iba a ser, según los políticos y los millonarios intereses, ¡El granero del mundo! En cambio, todos los países emergentes de la época, con estas políticas ¡Terminaron importando los granos de aquellos millonarios, incluido México! Luego de enfermarlo todo, también quisieron vendernos la medicina, de ahí que las prácticas comerciales relacionadas con la biotecnología –los comerciantes saben que no sacarán tanto provecho económico de la aplicación de las buenas prácticas basadas en ciencia y tecnología, aceptadas por la comunidad científica- no sólo son caras: también peligrosas, por convertirse en la razón de ser de desastres ecológicos (ya documentados).
La presentación resultó dialogada: Martha y Guillermo presentaron los resultados de su investigación al alimón, alternando temas. Aunque su investigación pudo haber quedado en una denuncia (… una más), los autores decidieron honrar a la Tierra, así como a los esfuerzos cotidianos que ellos mismos hacen: llevan un Huerto Comunitario exitoso desde hace cinco años. Y los comentaristas –todos del cuerpo científico más exigente- hicieron comentarios positivos al libro. Para la comunidad de periodistas de ciencia, se trata de un triunfo adicional: el reconocimiento de los científicos al trabajo periodístico hecho profesionalmente.
Mientras que Vargas Guadarrama relató deliciosas historias del mundo prehispánico sobre los modos de cultivo y de caza –que sugiere se recuperen en este ajetreado siglo XXI-, el doctor Bourges dijo que “hay suficiente alimento en el planeta para alimentar a todos” pero que es indispensable minimizar la merma: se pierde hasta un 40% del alimento, en los distintos eslabones de la cadena, desde la producción, hasta el consumo. Y resaltó que, al cuidar la producción local, evitaríamos la pérdida de la soberanía nacional.
Sarukhán Kérmez se refirió a la historia evolutiva de lo que hoy –por situación geográfica- llamamos mega diversidad: las selecciones para la domesticación de semillas y de especies animales, corrió a cargo de las mujeres, y tomó miles de años… como para desecharla de un plumazo, en unas cuantas décadas, con decisiones pobres, como la del monocultivo, sobre todo porque no es apto para una región del mundo mega diversa (aunque lo sea para otras geografías).
Es indispensable –dijo– cuidar y conservar esa línea evolutiva, que ocurrió en cada uno de los grupos étnicos. Lamentó el abandono de México –según decisiones políticas- de la investigación agrícola, en general. Propuso un esfuerzo colectivo civil para la creación de un Laboratorio Independiente de Valoración de semillas y cultivos, yde evaluación de los alimentos industriales, para reforzar nuestra mega diversidad.
Activismo social
La activista pionera –Rachel Carson- hablaba de los ciclos naturales y de los cambios pausados y previsibles, presentes en los efectos de los intercambios entre vientos, suelos, movimiento interno del planeta y en los benéficos ciclos del agua.
Carson, quien hizo que el mundo entero recordara su unión básica, intrínseca con la noche y el día, las lunas y los oleajes, con las cadencias y ritmos de nuestra Tierra, vivió peligros extremos, amenazada por las grandes industrias químicas, también con las relacionadas con los alimentos: La Primavera Silenciosa –su libro clásico de clásicos en los 70- corrió por todo el mundo de la mano con el movimiento de Paz y Amor, y de quienes prefirieron asentar una cultura científica incluyente de las tradiciones, culturas y conocimientos ancestrales.
Hoy en día, aquellas primeras revelaciones del daño que hacen los agroquímicos a los ecosistemas y a las especies que éstos sustentan, se ha convertido no sólo en la ciencia dura respecto las Ciencias de la Vida. También, en movimientos civiles, ciudadanos, con exitosas industrias medianas y pequeñas de los alimentos sustentables; y en los movimientos de azoteas verdes productivas, o de ornato; y de los huertos urbanos familiares y comunitarios, así como del retorno a la milpa y a la sabiduría industrial, con su toque de conocimientos y metodologías poco invasivos y de apoyo para la base primordial de los deliciosos productos de la Tierra.
México: mega diverso
México es considerado como mega diverso. Eso quiere decir que cuenta con la mayor parte de los ecosistemas existentes en la Tierra. Y significa que el Cambio Climático lleva rápidamente esta condición a su término: México se desertifica. Y el aumento del nivel del agua salada en los mares y océanos, cubrirá sus litorales y sus islas, a través de meteoros diversos, que serán cada vez más frecuentes y simultáneos. Sólo de la mariposa monarca –polinizadora importante en los bosques de oyamel- antes había más de mil millones de ejemplares en tránsito Canadá-México. Y hoy apenas quedan 30 millones.
En México existen escasas acciones para la mitigación y remediación para los efectos del Cambio Climático. Apenas hay zonas protegidas y para sostenerlas, se proponen desarrollos que en muchas ocasiones son amenazantes: fragmentan ecosistemas y quitan territorio a las especies, además de tomar recursos de modos exagerados.
Hay que tener cuidado de los alimentos que ingerimos y hoy se lucha porque los etiquetados sean más honestos y mencionen los daños específicos que se hace al organismo y al medio ambiente.
Martha García y Guillermo Bermúdez dan cuenta de los intereses que mueven a los grandes monopolios, a lo que ocurre con los protectores naturales de la tierra (migran, con las consecuencias de claroscuros que conocemos). Y nos hacen recordar que los intermediarismos atroces pueden menguar si fortalecemos la producción local de alimentos y nos convertimos en autosustentables.
Alimentos Sustentables a la carta: de la Tierra a la mesa, da cuenta de la dieta óptima –según la OMS- para los adultos, de las técnicas ancestrales y los acomodos de las milpas para sostener poblaciones enteras, sin dañar los suelos: al contrario, haciéndolos más productivos, de modos naturales. Se describe la pandemia de la obesidad, y define lo que es una plaga y los controles naturales en el propio ecosistema, así como las razones por las que –con tanta agroindustria- sí hubo descontrol de plagas (por los cambios en los ecosistemas, su fragmentación y el cambio de pH en la zona, con el uso de pesticidas químicos). El libro aborda el delicado asunto de otros polinizadores, como las abejas y su alarmante disminución en número.
De las porciones más valiosas del libro son las que refieren los casos exitosos de micro industrias exitosas para la producción de alimentos orgánicos. Y también, lo que se puede hacer hoy mismo para comenzar a ser alimentariamente autosuficiente (ocurre con el tiempo, no de un día para el siguiente). Es una delicia leer mi camino hacia la libertad y la salud, de las páginas 212 a 215. Justo, Sarukhán recomendó como lectura infaltable esas 10 últimas páginas del libro.
La investigación de García y Bermúdez no sólo resultó exhaustiva de las fuentes científicas duras respecto de los alimentos. También incluye las entrevistas a las máximas autoridades científicas en los distintos campos del conocimiento, responsables incluso de políticas o de investigaciones en niveles mundiales.
De otras cosechas, con asuntos similares…
Quienes se dedican a cosechar, tanto de mares y océanos, así como de los productos de nuestra bendita Tierra, todos ellos, tienen quejas sobre las ignorantes elecciones que realizan las industrias respecto de los alimentos que consumimos.
En el caso de los océanos y mares, la pesca será una opción cada vez menor respecto de lo que es posible comer, aunque sea aún la opción para muchas industrias, grupos e individuos. Conforme se conozcan más y mejor los ciclos de vida de las especies (algas, peces, crustáceos, moluscos y esponjas, por ejemplo), las políticas públicas tendrían que fortalecer los sanos y sustentables métodos de acuicultura –para los que el país tiene una vocación sobrada… escoltado el país por los dos océanos más grandes del mundo, y uno de los golfos más productivos del planeta-, con el fin de que México sea –realmente- autosuficiente alimentariamente y libre de hambre.
Posiblemente, también, de pobreza: la acuicultura, como medio para la conservación de las especies acuáticas en peligro de extinción y para conocer sus ciclos biológicos –con el fin de alimentar a un país con pobreza alimentaria como México-, redundará no sólo en la fauna que participa en el equilibrio ecológico –interés científico- sino en el razonable interés comercial. Consideremos que el aprovechamiento racional de las especies es un derecho… y la conservación, es una obligación de todo ser humano (El océano y sus recursos XI, cap. 9).
La mejora en las redes humanas de conocimiento, comunicación y trabajo (industria micro y macro), dará de comer a los 7 mil millones… cuando los intereses individualistas, la lucha por el poder y la producción masiva sin atención hacia las localidades (las diferencias), cedan hacia el bienestar de todos. Entonces, la humanidad podrá considerar mitigar el hambre y fortalecer la diversidad. Entonces, la política y las políticas públicas trabajarán para el bien de todos a quienes sirven.
*Directora y fundadora de Luciérnagas: Creatividad, Conocimiento y Sociedad. Museóloga en Papalote, Museo del Niño y en Sietecolores, Ideas Interactivas: guionista, curadora de colecciones y desarrollo de contenidos. Traductora de inglés, francés y alemán. Comunicóloga (UNAM) y Pg. en Periodismo de la Ciencia y en Filosofía Política y Social (U. de Navarra). Miembro de la Sociedad Mexicana para la Divulgación de la Ciencia (Somedicyt).