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CIUDAD DE MÉXICO, 23 de mayo de 2016.- Al girar entre las palmas de las manos, el molinillo, un utensilio ancestral, puede alcanzar velocidades lineales de hasta 11 kilómetros por hora, aproximadamente 2.5 metros por segundo en sólo 100 milisegundos, revelaron científicos del Instituto de Biotecnología de la UNAM.
Conocido por sus nombres en náhuatl aquaujl o aquahuitl, y mencionado en el Códice Florentino (1575-1577) por Bernardino de Sahagún, el instrumento fue recientemente caracterizado por un grupo del Instituto de Biotecnología (IBt) de la UNAM, mediante alta tecnología de imágenes y mezclado, con una cámara que graba hasta cinco mil imágenes por segundo, explicó Enrique Galindo, investigador del IBt.
Por primera vez, los científicos se dieron a la tarea de estudiar cómo funciona y descubrieron que ese instrumento tradicional es tan eficiente como equipos modernos usados para la generación de espuma en la industria alimentaria.
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Desde los antiguos mexicanos, mayas entre ellos (según muestran vasos y códices), la presencia de espuma en esa bebida era una característica deseable, no sólo por su significado espiritual, sino porque mejora su apariencia y la textura. Y para lograr la mayor cantidad de espuma posible, también desde tiempos ancestrales se ha empleado un utensilio aún común en las cocinas mexicanas: el molinillo.
Elaborado tradicionalmente de madera, tiene diversos diseños que varían en tamaño, número de discos, anillos y diámetros; cantidad de ranuras (dientes o aspas) y profundidad de éstas, así como el largo del mango con el que se sostiene y agita. A pesar de su variedad, se desconocía la razón técnica de cada uno de estos elementos y su posible impacto sobre la calidad de bebida espumosa preparada.
Por ello, el molinillo –sistema ancestral que se ha desarrollado por tradición oral, y que hasta ahora se había utilizado de manera empírica– “merecía ser estudiado y difundido”, abundó el ganador del Premio Nacional de Ciencias y Artes 2015 en el área de Tecnología, Innovación y Diseño.
Velocidades de hasta 11km/h
Un hallazgo sorprendente fue que, al girar entre las palmas de las manos, el molinillo puede alcanzar velocidades lineales de hasta 11 kilómetros por hora, aproximadamente 2.5 metros por segundo en sólo unos 100 milisegundos. Estos datos son comparables con equipos modernos utilizados para la generación de espuma en la industria alimentaria, como los sistemas de mezclado que se denominan rotores-estatores.
El artefacto primero se acelera en una dirección, alcanza esas velocidades y cuando llega al extremo de las palmas se frena, vuelve a velocidad cero y comienza a girar en dirección contraria, completando un ciclo de “ida y vuelta” en tan sólo 200-300 milisegundos, aclaró Galindo.