La nueva naturaleza del episcopado mexicano
Peña Nieto, a medias; la fiesta inolvidable
Con apenas 20 meses de gobierno a cuestas, Enrique Peña Nieto vive su momento de gloria. Cumple con la primera parte de las promesas de campaña, me refiero a las reformas estructurales en educación, política electoral y finanzas, pero sobre todo en materia de telecomunicaciones y radiodifusión… y desde luego con la energética, que viene siendo la reina de todas, todas.
En poco más de año y medio, el Presidente logró “la reforma imposible, un cambio económicamente urgente y políticamente inviable… la más necesaria y la más espinosa” como apunta el analista Jesús Silva-Herzog Márquez.
Peña Nieto llegó a donde sus antecesores fracasaron. La reforma energética anhelada por los ex presidentes Salinas –quien se conformó con “el quinazo”–, Zedillo –con nada–, y Fox y Calderón –a quienes el PRI les atravesó la espada–, coloca al mexiquense en el umbral de la historia. Como el mismo lo consignó en campaña, hacía falta un mandatario precisamente priísta para imponer unidad, orden y disciplina, y vencer cualquier boicot, cualquier tentación opositora.
El cambio a las leyes petroleras y al marco normativo de la industria eléctrica es, sin duda, un parteaguas político e histórico. El espíritu de la apertura del sector energético, para liberar todo el potencial de nuestra economía, sepulta viejos tabúes y creencias, desecha la naftalina de nuestro nacionalismo revolucionario, y cambia de raíz el concepto de soberanía que aprendimos en la escuela.
Todo aquello que fue útil para los primeros priistas de la década del 40 resulta estorboso para sus herederos del siglo XXI. Prácticas y mitologías fabricadas en torno a la expropiación petrolera, hace mucho se convirtieron en lastre.
El propio Presidente de la República señaló –en su mensaje del lunes por la noche– con el votolama el analista Jes en materia educativa, hacendaria, teleco,unicaciones con el votó –en su mensaje del lunes por la noche– que las reformas liberarán al país de las ataduras que han frenado el desarrollo. “Ahora es tiempo de poner las reformas en acción para mejorar la calidad de vida de los mexicanos”. Precisamente, ahí está el detalle… en poner las reformas en acción.
Si el logro hasta ahora resulta monumental, los siguientes pasos serán titánicos.
¿Se va a cumplir el efecto pretendido por las reformas?
De poco servirán los propósitos del cambio si lo escrito en el papel no se concreta en los hechos. La clave del beneficio prometido está en aplicar y gestionar con eficiencia las reformas. Con tantos intereses y dinero de por medio, el tren del desarrollo podría descarrilar por factores como la falta de pericia al aplicar las leyes, por falta de malicia al lidiar con las multinacionales petroleras, o peor aun, por falta de escrúpulos en medio de muchas tentaciones.
El paquete de reformas debe traducirse en inversión, empleos, productividad y crecimiento constante y sostenido. Lo técnico debe comenzar y terminar en lo político, para generar desarrollo económico, de lo contrario, las expectativas presidenciales corren el riesgo de convertirse en quimeras.
El resultado de la reforma energética no se verá en este sexenio; apenas tendremos esbozos en los dos últimos años. Todo es cuestión de tiempo, el juez implacable e insobornable, que a todo, y a todos, pone en su merecido lugar.
“…como dice el refrán; dar tiempo al tiempo”.
CRISTALAZO: Si a Luis Alberto Villareal no se le cae la coordinación de la bancada panista en San Lázaro, y a Alejandro Zapata Perogordo, la candidatura al gobierno de San Luis Potosí, este Monje empezará a creer en milagros. La plenaria de los panistas, cuyo documento grabado fue difundido por Reporte Índigo, nos demuestra cómo quienes descansan de la Cámara se gratifican con la recámara. Por lo visto cada vez quedan menos seguidores de Manuel Gómez Morín, y son más los de “Pancho Cachondo”… Hoy, a mediodía, el Jefe Nacional panista, Gustavo Madero, se pondrá el parche antes de que salgan más video-granos de aquella fiesta inolvidable… porque de que los hay, los hay, y son como las papas Sabritas; a que no puedes ver sólo uno.
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