Explosión de pirotecnia destruye cuarto en Zinacantepec, Edomex
MÉXICO, DF., 12 de junio de 2014.- El balompié es una industria cultural que despierta el interés de millones de aficionados en el orbe y la Copa del Mundo es un espectáculo que rebasa al balón y los intereses que se disputan en la cancha, coincidieron los participantes en el ciclo ¿Y el jogo bonito? Política, dinero y género en el Mundial de Futbol, realizado en el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH) de la UNAM.
Al compartir sus reflexiones al respecto, señalaron que es un negocio que en 2010 redituó a la Federación Internacional de Futbol Asociación (FIFA) más de cuatro mil millones de dólares en ganancias, con niveles de comercialización y manipulación extremos.
Julio Juárez Gámiz, académico del Posgrado de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS), planteó que se trata de una actividad global y un negocio mediatizado, con transmisiones que siguen millones de personas, desde los juegos de ligas locales hasta las justas regionales e internacionales.
Esto ha conducido a la hipercomercialización y hoy todo lo vinculado con la Copa del Mundo está a la venta. Es un negocio rentable para las televisoras porque no existe riesgo en la inversión, refirió en la mesa Política Mundialista.
Al referirse a las tensiones generadas en Brasil por la organización de la vigésima edición del torneo, expuso que existe una contradicción entre el gasto millonario erogado en la construcción de estadios y las necesidades de un país con carencias sociales y falta de empleos.
El también académico de la Facultad de Psicología (FP) de esta casa de estudios y coordinador de las actividades, opinó que el futbol no es responsable de los males sociales, aunque en Brasil es el primer potenciador de la protesta, con un costo político, social y cultural para los que han apoyado la organización y con saldos negativos para la población en general, expuso.
Actividad estética útil
Julio Muñoz Rubio, investigador adscrito al CEIICH, consideró que el deporte debe ser defendido como una actividad estética, con representantes como Franz Beckenbauer, Ladislao Kubala, Paco Gento o Alfredo di Stéfano, útil para desarrollar capacidades físicas y el talento y la creatividad de los individuos, esencia hoy perdida en un mar de mercadotecnia. “Es tiempo de reivindicar este espíritu”, resaltó.
Los sentimientos nacionalistas que despierta se han trastocado en expresiones patrioteras cercanas al fascismo, que corresponden a una etapa de profunda decadencia del modelo económico en la que se jugará el Mundial.
Al respecto, Jorge Meneses Cárdenas, de la Universidad del Mar, en Huatulco, Guerrero, expuso que el balompié puede leerse como un drama social con mito, rito y seguidores. La pasión por los juegos puede sumar nacionalismos, regionalismos y localismos en una lógica bélica amigo-enemigo.
Existen ideas que vinculan al deporte con expresiones de patrioterismo, reforzadas por una industria que lo explota como una distracción disponible las 24 horas del día, con maniqueísmos en distintas estructuras de poder, concluyó.