Eliminar autónomos, un autoengaño/Bryan LeBarón
Oaxaca está de fiesta por estos días. Digo, una fiesta muy particular. Es la Guelaguetza que se celebra cada año a partir del penúltimo y el último lunes del mes de julio. Ha sido así por años. Y será así hasta quién sabe cuándo…
A Oaxaca llegan multitudes para participar en las festividades del Cerro. Ya visitantes locales, nacionales e internacionales. Fiesta en el Fortín o, incluso, en sus calles del centro histórico de la capital del estado, que se llenan de color y alegría y vendimia y Dios nunca muere. El gobierno del estado invierte y recupera: gasta y cobra. Está bien. Hay derrama de dinero para los oaxaqueños.
Hay trabajo y hay venta. Esto es excelente para un estado en donde el trabajo escasea y en donde se es rico en cultura, se es inmensamente histórico y se siente la presencia del gusto por ser de un lugar en donde se está bien y se ve bien: digamos que la ciudad de Oaxaca es de una guapez evidente y, a la manera de lo que dijera Navarrete: “Hay ahí una luz resplandeciente que hace brillar la cara de los cielos”.
Y aquí vamos al punto. La Guelaguetza tiene un sentido histórico y cultural de solidaridad. Es dar, es compartir, es ser solidario y recíproco a la vez. Cuando en los pueblos de Oaxaca se celebra un acontecimiento importante, ya bautizo, ya confirmación, ya boda, ya fiesta del lugar o funerales, ahí está la Guelaguetza…
… Que es la participación de todos para que quien celebra reciba la ayuda de todos, y él o ella, a su vez, están obligados a corresponder cuando otros lo necesiten: todos juntos para todos, eso es la Guelaguetza en la realidad.
Pero resulta que ese gobierno que hace una gran fiesta con la participación de los representantes culturales de las ocho regiones del estado, es un gobierno que no ha entendido o no quiere entender que Guelaguetza es dar para recibir.
Dar cumplimiento a las promesas de campaña y recibir, a cambio, el respeto y la solidaridad de quienes fueran beneficiados con estos apoyos. Pero no los hay. No hay ni esos apoyos ni esa solidaridad entre un gobierno estatal que vive aterrorizado por las huestes de la CNTE, incontrolables.
Ya públicamente el gobernador Gabino Cué Monteagudo dijo que el problema de la CNTE tiene raíces profundas, desde que el ex gobernador Heladio Ramírez López (1986-1992) otorgó bienes y privilegios a una organización magisterial, por entones incipiente pero que ha crecido de manera inconmensurable.
El gobernador ha dicho que no tiene la fuerza de gobierno suficiente para controlar a esta organización que se ha enquistado en la vida de todos los oaxaqueños. No puede. No pudo. Nunca quiso hacerlo y preso en sus compromisos políticos dejó hacer y deja pasar.
Es el mismo gobernador que ha perdido el control de su gobierno para pasarlo a manos de quienes ostentan el verdadero poder en la entidad: ya Jorge Castillo o Rubén Núñez Ginez, ya los grupos de cada uno… Es así. Gabino Cué ya sólo espera la renovación de gobierno el año próximo (2016) a la misma hora.
Y ya aspirantes a candidatos a gobernador afinan las estrategias a tantos meses. Uno de ellos es Alejandro Murat, hijo de José Murat e impulsado por su padre; necesita salvar la residencia: Ya le están construyendo los andamios.
Otros hay del PRI y cada uno de ellos se sienten con piernas de jinete para el cargo: Héctor Pablo Ramírez Puga Leyva, Samuel Gurrión –antes muratista y ahora peleado a muerte con Murat- y Eviel Pérez Magaña, representante de Ulises Ruiz-.
Desfondada la coalición gubernamental por el PRD aspiran Benjamín Robles Montoya, José Antonio Estefan Garfias –quien recientemente se reposicionó desde el Istmo–, Francisco Martínez Neri –ganador a diputado federal—y Carol Antonio Altamirano. El PAN prácticamente anulado de la contienda hasta hoy, tiene a su gallo en Juan Mendoza Reyes, dirigente estatal.
Todo esto para un estado en el que el gobierno estatal que vive la Guelaguetza pero que en todo su territorio no puede negar el grado de pobreza extrema que, según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), da 23% de su población en pobreza extrema; 36% pobreza moderada: así que 59% de la población estatal (4 millones de habitantes) está sin Guelaguetza de gobierno.
Esto es: de los 570 municipios con los que cuenta la entidad, 38 de ellos están en condiciones de alto rezago social y 85 de ellos en rezago social. ¿Esta es la Guelaguetza? ¿Hay razones para entenderse en Guelaguetza en el sentido cultural, social e histórico?
La fiesta es bonita. Todos están contentos. Todos estamos contentos. Y no tiene por qué no ser. Muchos de los participantes ponen todo lo que está de su parte para ofrecer a los demás lo mejor de su región. ¿El gobierno de Oaxaca es recíproco?