Descomplicado
Fernando del Paso y la vergüenza…
A diferencia de la presunta intelectualidad mexicana que guarda silencio, ya por miedo, por pudor, por complicidad o conchudez, y de otra intelectualidad que habla-escribe-dice para sí misma, Fernando del Paso, el viejo escritor mexicano de ya 81 años, se convierte en la voz del reclamo, del reproche y la exigencia; él es la voz de la vergüenza por lo que aquí pasa y por lo que aquí ocurre.
A ver si con esto se le caen las lagañas a quienes conocen la ‘O’ por lo redondo y caminan por el mundo con la arrogancia del saber, pero mudos de ideas y palabras.
En Alcalá de Henares, España, el sábado 22 de abril le entregaron el Premio Cervantes al escritor mexicano Fernando del Paso. Un reconocimiento muy importante para un gran escritor en lengua española; ‘la lengua que respira, que le alimenta, en la que sueña y en la que lee y escribe’, dijo el autor de José Trigo, Palinuro de México, de Noticias del Imperio…
Hace poco más de un año, en marzo de 2015 el mismo Del Paso recibió el Premio José Emilio Pacheco, que le otorgó la Feria Internacional del Libro en Mérida, Yucatán. Por entonces también expresó su indignación por lo que le duele de México… Lo dijo así entonces:
“Quiero decirte [José Emilio] lo que tú ya sabes: que hoy también me duele hasta el alma que nuestra patria chica, nuestra patria suave, parece desmoronarse y volver a ser la patria mitotera, la patria revoltosa y salvaje de los libros de historia.
“Quiero decirte que a los casi ochenta años de edad me da pena aprender los nombres de los pueblos mexicanos que nunca aprendí en la escuela y que hoy me sé sólo cuando en ellos ocurre una tremenda injusticia; sólo cuando en ellos corre la sangre: Chenalhó, Ayotzinapa, Tlatlaya, Petaquillas…. ¡Qué pena, sí, qué vergüenza que sólo aprendamos su nombre cuando pasan a nuestra historia como pueblos bañados por la tragedia!…”
Aquello causó revuelo en México, sobre todo, porque señalaba puntos sensibles de los grandes problemas nacionales de hoy: la violencia, la muerte, la impunidad, la injusticia y la falta de verdad. Naturalmente muchos de a pie le aplaudieron en su coraje; muchos otros le criticaron por su “irrelevancia” y otros –muchos- guardaron silencio, acaso porque no saben quién es Fernando del Paso y las aportaciones que ha hecho a la cultura y a la identidad mexicanas.
Esta vez, en la tierra de Miguel de Cervantes y de su obra inmensa, Don Quijote de la Mancha; frente a las más altas autoridades de la política española, ante el Rey Felipe VI, de la Academia de la Lengua y con el aval de toda su familia ahí presente, este hombre que nació en 1935, en la Colonia Roma del Distrito Federal y que radica en Guadalajara, Jalisco, subrayó su discurso de recepción haciendo gala de excelencia lingüística y de amor por el idioma español, pero también recupero el aliento para reclamar y exigir atención a lo que pasa en tierra mexicana:
«Criticar a mi país en un país extranjero me da vergüenza. Pues bien, me trago esa vergüenza y aprovecho este foro internacional para denunciar a los cuatro vientos la aprobación en el Estado de México de la bautizada como Ley Atenco, una ley opresora que habilita a la policía a apresar e incluso a disparar en manifestaciones y reuniones públicas a quienes atenten, según su criterio, contra la seguridad, el orden público, la integridad, la vida y los bienes, tanto públicos como de las personas. Subrayo: es a criterio de la autoridad, no necesariamente presente, que se permite tal medida extrema. Esto pareciera tan solo el principio de un estado totalitario que no podemos permitir. No denunciarlo, eso sí que me daría aún más vergüenza”…
Lo dicho por Del Paso fue nota periodística, por supuesto; no se podía ocultar luego de que medios del extranjero la habían resaltado, aun así se aisló y quedó perdida en el mar de información cotidiana. Sin embargo este reclamo que se hace desde fuera del país es parte importante en medio del mar de reproches que en fechas recientes se han hecho al gobierno de México por hechos que nada tienen que ver con su agenda desgastada de Reformas Estructurales…
Apenas el 11 de abril, durante el viaje del presidente Enrique Peña Nieto por Europa, la Canciller Angela Merkel saltó del discurso complaciente para ofrecer la ayuda de su gobierno en la investigación sobre los 43 normalistas de Ayotzinapa y en contra del crimen organizado. El 18 de abril, en Estados Unidos, la ex secretaria de Estado y precandidata demócrata a la presidencia de EUA, Hillary Clinton, dijo que el caso de los 43 normalistas desaparecidos en México: “Si yo estuviera en el gobierno mexicano, no descansaría hasta descubrir lo que pasó con esos 42 [por 43] jóvenes”.
Y, por supuesto, la salida no voluntaria de México –por estos días- del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) que acusan de que el gobierno mexicano ha frustrado las investigaciones para encontrar a los 43 normalistas de Ayotzinapa fue lugar privilegiado en primera plana del diario estadounidense The New York Times.
Así que el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto está en la mesa de disecciones fuera de México y al parecer no hay buenas noticias. Todos ven lo que el mismo gobierno se niega a reconocer, su desconexión como gobierno, la intolerancia, la corrupción, la tortura, el abuso a los derechos humanos y la falta de verdad; esto tiene su precio en el desconocimiento de cualquier obra útil que se hubiera intentado.
Ayotzinapa, Casa Blanca, Tlatlaya, Ley Atenco… serán el sello histórico de este gobierno. Con todo, aún es posible recobrar el tiempo perdido si se dialoga con la verdad histórica, la que es auténtica, veraz, suficiente y probada de todo lo que aquí ha ocurrido y ocurre…Y que se haga justicia sin impunidad y sin complicidades, para ‘reír y ser felices en castellano’ como quiere Del Paso.