Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
Acuérdate de Acapulco…
No hace mucho Acapulco era referencia mundial de bienestar, playas hermosas, mar azul de una transparencia inigualable, lugar para el descanso de muchos, de diversión, de alegría, de libertades lúdicas y hasta pecaminosas; el mar infinitamente cristalino y sus pescaditos de mil colores. Buen trato de la gente de ahí, que hacía la vida a partir del turismo y lo alentaba con su bonhomía y convivencia con lo más granado de todo el mundo. Era el paraíso, o casi…
A la sombra del orgullo turístico, se construyeron ahí hoteles de súper lujo, de muchas estrellas y hasta de un pico de estrella: para todos había ahí; restaurantes, lugares de vida nocturna, para cantar y solaz. Tarzán mismo decidió dejar su selva para venirse a asentar en las playas acapulqueñas ya vestido de Johnny Weissmüller. Frank Sinatra, Ava Gardner. Estrellas, estrellitas y asteroides de fama mundial, así como ricos empresarios y un mundo chic, para un puerto que era ‘chic’, todos estaban ahí.
El 25 de abril de 1528 por orden del Rey Carlos I de España, Acapulco pasó a poder directo de la corona tomando el nombre de «Ciudad de los Reyes»; fundada por Antonio de Mendoza, primer virrey de la Nueva España al designar al primer alcalde, luego Fernando de Santa Ana llevó ahí a 29 familias españolas provenientes de la Ciudad de México para colonizar en el año de 1550. Pero fue hasta el 17 de noviembre de 1599 cuando el Rey Carlos II de España ascendió a Acapulco a rango de Ciudad. Bernardo de Balbuena, el de La grandeza mexicana escribió de Acapulco: En ti se junta España con la China, Italia con Japón, y finalmente, un mundo entero en trato y disciplina.
Sí. Pero ya no.
Hoy Acapulco es referencia mundial de asesinatos, de secuestros, de extorsión, de violencia, de insospechada actitud de confrontación entre delincuencia y pandillas del crimen organizado… Hoy se advierte a turistas en el mundo que venir a Acapulco es un riesgo que puede ser mortal y, por lo mismo, recomiendan no ir ahí.
Los habitantes de Acapulco resienten la embestida criminal y la confrontación entre grupos del crimen organizado y confrontación con la policía estatal, federal y Ejército. La muerte –dicen- acecha a cada paso y si antes los agresivos llevaban a cabo sus enfrentamientos fuera de la zona turística, ya no es así; ahora pasa a ser frecuente que en pleno centro de Acapulco, en la Costera y en lugares muy visitados por el turismo nacional que ahora predomina ahí…
Aun así, los habitantes se defienden al decir que no ocurre para el turismo pues es una violencia que se da entre pandillas del crimen organizado y en su confronta con elementos de seguridad… y tal. Pero la gente que antes acudía con toda facilidad al Puerto de Acapulco, particularmente del ex-DF, ahora lo piensa dos veces antes de ir a Acapulco y con frecuencia deciden irse a otras playas del país que ya existen como opción menos riesgosa.
No es para menos. Según informes oficiales, tan sólo en lo que va del año han muerto por homicidio doloso 334 personas; que de 2006 a 2016 [sin cifras de 2008, 2009, 2010 que no se tienen] han muerto por lo mismo 7,417 personas.
Que Acapulco es el centro de operaciones de grupos distintos del crimen organizado, entre los que están Los Rojos, Los Ardillos y el Cártel Independiente de Acapulco, y más. Hace apenas unos días, integrantes de una banda atacaron la estancia de la policía federal luego de la detención, en Los Cabos, BCS, de Fredy del Valle Berdel, El Burro, a quien se señala como jefe de la plaza de Los Beltrán Leyva en Acapulco y presunto responsable de la ola de violencia en el Puerto.
Tampoco es extraño que de pronto se acuse a algunos políticos de la zona como presuntos cómplices de las actividades de trasiego y venta de droga en el lugar, así como de complicidad en eventos de tipo criminal.
En todo caso la situación ahí es extrema y aunque el gobernador Héctor Astudillo Flores (PRI) llama a la calma entre los habitantes y a la confianza de los turistas –ahora predominantemente nacionales-, se reúne con las autoridades federales de seguridad para diseñar estrategias de combate al crimen organizado y declara la guerra a la otra guerra, la del crimen… Pero no es suficiente.
Hoy Acapulco es inseguro y es mal visto por muchos; la joya de la corona turística mexicana por muchos años está en crisis, entre luchas gremiales del magisterio, la confrontación entre grupos políticos, la indignación de los empresarios locales que ven mermadas sus utilidades y el crimen organizado que ha decidido mostrar músculo a la autoridad federal, todo ahí, junto, hacen un panorama desolador y trágico.
Pero la solución no es sólo perseguir malandrines y atraparlos. Sí. Es bueno que así sea, pero la solución debe tener mucho más calado y en tono social y político:
Dar garantías a todos para el trabajo, para la productividad y para la distribución justa del resultado del trabajo: confrontar la corrupción de muchos políticos y funcionarios públicos coludidos con el crimen organizado; generar fuentes de trabajo; garantizar salarios dignos y justos, prohijar una sociedad más justa e igualitaria y evitar, así, que los muchachos encuentren como opción momentánea el ser parte de ese crimen organizado que les garantiza desahogo e indignación, pero también poco tiempo de libertad, marginación y castigo legal.
Solucionar no es mirarse en el espejo negro de Tezcatlipoca y sí mirarse en el espejo de nuestra crisis social y política, para encontrar solución, si es que todavía la hay.