La nueva naturaleza del episcopado mexicano
París: Viernes 13, y el cotidiano mexicano
La desgracia acarrea desgracias, dicen los maledicentes. Ojalá no. Pero lo ocurrido el viernes 13 de noviembre en París no es cualquier cosa y puede traer consecuencias de irreparable solución: muerte y desgracia; pesar y lamentos interminable: ‘Sangre, sudor y lágrimas’, como dijera Winston Churchill.
…Y aunque en otros países y en otras latitudes por desgracia las muertes son cotidianas, lo de París pasa a ser emblemático de estos tiempos de brutalidad y exceso. Locuras demenciales están puestas en la mesa de cada día en todo el mundo… México incluido.
En todo caso como resultado de lo ocurrido el viernes en el corazón de Europa, la furia francesa está expuesta por su presidente Francois Hollande quien ha jurado venganza, mientras los Yihadistas (ISIS) que se atribuyen los atentados dicen que ‘esto es sólo el principio’… La Unión Europea tiene reuniones de urgencia y están obligados a tomar posición porque es parte de su responsabilidad de unidad en tanto que desde Estados Unidos el presidente Barak Obama ofrece su ayuda al ‘pueblo francés’ en lo que sigue… ¿qué sigue?
Odio y más odio. Venganzas y respuestas. Muestras de poder criminal y de extinción. ¿Quién puede parar este aquelarre brutal y trágico que produce millones de muertes y quebranto de inocentes: hombres, mujeres, niños, niñas, ancianos: familias desmembradas? ¿Por qué´? ¿Quién lo quiere? ¿Quién lo pidió? ¿En qué punto estamos de la evolución o retroceso de la raza humana?
Lo primero que hay que dejar en claro es que a diferencia de lo que muchos en el mundo creen: el mundo musulmán es él, en sí mismo, y quiere vivir en paz. No todos los musulmanes, por serlo, son terroristas y criminales. La gran mayoría vive, convive y, como en Occidente –naturaleza humana que es– nacen, crecen, se reproducen y mueren llegado el momento natural.
De Siria, de Egipto, de muchos países del Medio Oriente huyen miles. Muchos quieren llegar a Europa para encontrar la paz que no tienen en su territorio. No son gente de guerra. Son gente de trabajo que quiere reconstruirse y construir.
Europa se dice asediada, pero también tiene intervenciones en países del medio oriente. Ya para apoyar a gobiernos, ya para desestabilizar gobiernos, ya para vender armas o para negociar en tiempos revueltos. Países europeos están ahí, a la sombra de la tragedia interna. Y aun así, nadie quiere ni guerra ni muertes de inocentes. ¿Quién tiene la razón ahí? Nadie.
Los presagios: Casi al concluir octubre, ISIS -el Estado Islámico-, reivindicó la tragedia del avión ruso que salió de Sharm-el Sheik, en Egipto y que cayó en el Sinaí. Murieron 224 personas.
[“En esas fechas, precisamente, se libraban combates importantes en la región, unos combates que finalmente han terminado con victorias del Ejército sirio, apoyado por la aviación rusa, en una base controlada por ISIS al oeste de Aleppo. Al tiempo, los avances de milicias kurdas en Siria e Iraq, con apoyo de la aviación norteamericana, parecen poner en jaque el control de los pozos petroleros en el norte de Siria por parte del ISIS, esto es, las rentas del petróleo…
“En este contexto hay que situar el presunto golpe exitoso, pendiente de confirmar, anunciado por el primer ministro británico a bombo y platillo, según el cual el terrorista Mohamed Ewazi, conocido como “yihadista John” habría muerto la noche del jueves 12 de noviembre en Raga, al norte de Siria, en una operación militar de las fuerzas de Estados Unidos en Siria…” (Ernesto Ekaizer)]
ISIS enfurecido atacó ese mismo jueves 12 al Líbano. Con un atentado terrorista suicida mató a 32 personas, luego el viernes 13 por la mañana, en Bagdad, mató a 26 personas… Esa misma noche de forma sincronizada ocho terroristas suicidas –uno de ellos francés-, atacaron siete objetivos en París: 129 muertos, 352 heridos -99 de ellos muy graves- y la conmoción mundial.
Por supuesto las amenazas estaban a la vista, y el gobierno francés había llevado a cabo los protocolos de seguridad que existen para un país amenazado, pero no pudieron contener la tragedia. De inmediato los países de la Unión encendieron sus alarmas de seguridad y muy probablemente esto endurezca la movilidad, el tránsito y la seguridad de quienes no son europeos. Los odios generan odios.
Pero son muchos más en Europa quienes quieren vivir en paz. Quienes exigen terminar con este laberinto sin fin en el que la humanidad se encuentra perdida por decisiones de gobierno que no tienen que ver con la voluntad y la cotidianeidad de todos…
De inmediato Jefes de Estado enviaron sus condolencias y solidaridad al gobierno y al pueblo de Francia (¿Y Líbano? ¿Y Bagdad?). El presidente Enrique Peña Nieto durante su traslado a Turquía para la reunión de los 20, desde Canadá envió un mensaje de solidaridad. Si… pero… ¿y México?
En México también hay la tragedia cotidiana como producto de una guerra entre gobierno y crimen organizado en la que han muerto miles de inocentes; está el tema Tlatlaya, está el tema Ayotzinapa, y más: todos sin solución y con deuda de muertes. ¿Quién reclama? ¿Quién lo lamenta? ¿Es doméstica la tragedia o es parte de esa locura mundial que nos involucra?
Sí, es bueno llorar por los muertos en Francia. Y pedir por ellos y por sus familias. Pero también, el gobierno mexicano no debe olvidar que en casa hay muertos por quienes llorar, por quienes pedir y por quienes exigir justicia: es asimismo urgente.
Como París, México es parte de la tragedia humana. ¿Quién se hace cargo aquí de parar la demencial locura de violencia y crimen en México? ¿Quién es responsable? ¿Crimen organizado? ¿Corrupción? ¿Impunidad? ¿Gobierno incapaz de encontrar el camino de la justicia y la legalidad en democracia? ¿A quién exigirle cuentas?