
De frente y de perfil
Ciudad de México; ciudad salvaje
Aunque al gobierno de la Ciudad de México le molesta aceptar que hace ya tiempo la capital del país se ha convertido en una de las más violentas e inseguras del país, lo cierto es que ahí, en un espacio de 2,499 kilómetros cuadrados y con más de 10 millones de habitantes, el día a día es cada vez más problemático para todos y ya está a punto de convertirse en una ciudad salvaje, en la que la seguridad pública o no está capacitada, o es insuficiente o no quiere soluciones.
Cada día hay más violencia entre los habitantes; el “qué me ves” o el “hágase para allá” o el “antes muerto que ceder el paso” es la regla de tres y contiene la esencia del estado de ánimo de quienes ahí viven-conviven y persisten.
Hace apenas unos días ocurrió un incidente que, de no haberse grabado y trasladado a redes sociales y de no haberse convertido en un escándalo nacional, hubiera pasado a ser uno más de los miles de hechos sin denuncia que pasan en las calles de la capital de México.
El viernes 11 de marzo en Viaducto-Tlalpan una camioneta se le cerró a un auto Ferrari rojo; de esos carros que imponen; de esos que demuestran que hay con qué; de esos que no piden permiso para nada… Pues eso… que de pronto el incidente hizo que Sergio González Ibarra, uno de los escoltas del propietario del súper-carro, al grito de “¡Bajas o te bajo!” abriera la puerta de la camioneta a golpes y asestara una tunda furiosa a Jair Alberto González de la Paz…
El hecho fue grabado por alguien, incluyendo el número de las placas del vehículo del terror, registradas en el estado de Morelos. Un rato después aquello era viral e indignó a muchos. La autoridad intervino luego para ver quién era el personaje al que no le gusta que lo toquen con el pétalo de una mortal camioneta Duster –o al que sus vigilantes deciden que no le toquen-.
El propietario de este vehículo supersónico, y por lo mismo carísimo, es un señor que se llama Alberto Sentíes Palacio, quien luego del escándalo ocurrido solicitó un amparo de la justicia para frenar cualquier orden de aprehensión… Le fue otorgada. Luego voluntariamente se presentó a declarar ante la autoridad de la Ciudad de México, aunque también se comenzó a investigar al personaje, se le asignó vigilancia en su domicilio y se giró una orden de cateo…
Según publicó El Universal, el señor del carro rojo “estuvo vinculado en 2011 a presuntos delitos, como extorsión con la agravante de delincuencia organizada en su modalidad de pandilla, de acuerdo con la Sala Séptima Penal del Supremo Tribunal de Justicia del Estado de Michoacán y misma que no procedió”, aunque de pronto Oscar Montes de Oca, subprocurador de Averiguaciones Previas de la Procuraduría de Justicia capitalina dijo que Sentíes Palacio “está relacionado con al menos otras tres averiguaciones previas en calidad de probable responsable por el delito de fraude…” Sentíes tiene 48 años de edad y vive en el estado de Morelos.
Y luego lo peor: la tarde del viernes 18 de marzo fue encontrado muerto el guarda espaldas Sergio González Ibarra en un hotel en Atizapán de Zaragoza, en el Estado de México, en donde se presume que se fue a ocultar de la búsqueda de la autoridad. El dictamen pericial local dice que fue por un infarto al miocardio. Entre sus ropas se encontró un texto escrito a mano en el que detalla lo ocurrido aquel día y en el que –según su versión-:
“El [Sentíes] da la orden de golpearlo y cuando ve que lo graban me dice que ya lo deje” y que ‘después de la agresión Sentíes Palacio le dijo que todo lo arreglaría, sin embargo lo hizo firmar su renuncia a la empresa (…) me dijo no tengas miedo todo lo tengo arreglado y vea cual nada de arreglo, sólo me empinó a mí…”
¿Qué sigue? Pues nada, que la autoridad tiene ahora que investigar y llevar a cabo un proceso de deslinde de responsabilidades o culpabilidades y recurrir al procedimiento legal… Tiene que garantizar que la muerte del guardaespaldas fue, en efecto, producto de un infarto y más…
En todo caso este hubiera pasado a ser uno más de los miles de incidentes ocurridos cada día a lo largo y ancho de la capital del país. Pero a diferencia de los otros miles, éste fue grabado trasladado a redes sociales; la indignación pública obligó a la autoridad a actuar… De otra manera todo hubiera quedado en el anecdotario del día a día… con su respectiva indignación social…
Tan sólo durante la primera mitad de 2015 se denunciaron 11,856 robos con violencia en la ciudad de México; 1,833 atracos de vehículos con violencia denunciados y que asaltos a automovilistas se han vuelto una constante, sobre todo en horas pico…
Y a todo esto hay que agregarle las agresiones de los ‘guaruras’ de súper poderosos funcionarios públicos o ricos empresarios o poderosos hombres del México de hoy que avientan vehículos, que agreden, que mientan madres y que están dispuestos a cerrarle el paso a quien sea con tal de pasar primero, porque hay que saber pasar… y agradar así a sus jefes arrogantes y a saciar sus propios instintos violentos… ¿’Guaruras para qué’?…
Lo dicho: el incidente de Viaducto-Tlalpan es uno más de los miles que ocurren en la Ciudad de México cada minuto y sin que autoridad alguna tenga control de ello o remita ante la ley a quienes los llevan a cabo… Mientras menos trabajo tengan y menos denuncias, más transparente y limpio estará el expediente de la seguridad pública capitalina.
Y sin embargo el grito permanente de todos ahí es el de la exigencia de seguridad, de orden por sí mismo y no a través de la amenaza recaudatoria que ahora se ha impuesto, y que este tipo de confrontaciones en una ciudad en donde la violencia está en la mirada de muchos, termine ya. Tarea de sana convivencia ciudadana es también tarea de gobierno.