Presupuesto y fiscalización/David Colmenares Páramo
Campañas: Lodo inmundo recorre las elecciones de 2016 en México.
Las lecciones de este proceso electoral, para los comicios del próximo domingo 5 de junio, son muchas, pero una de ellas es urgente anotar: que aún está pendiente revisar y corregir el grado de descomposición e indignidad política en la guerra entre candidatos-partidos políticos, y los ríos de fango que corren por todos los medios, para descalificar, anular y deshonrar al adversario. Este ha sido el síntoma de las elecciones en 2015 y la grave enfermedad del proceso electoral de 2016.
En la guerra de lodo pestilente y nauseabundo, quien acusa se anula porque pone el dedo en la frente del otro, y pide la atención del elector en ese otro al que hay que descalificar y hay que denostar para evitar el voto a su favor, sin que esto garantice que ese voto será ganado por el acusador. No se pone la atención en el peso político de cada candidato, sino en las acusaciones al otro y cuál es la certeza o no de la información que aporta.
Información que filtran unos y otros; información que se cuela como aire por ventanas a través de medios de comunicación y redes sociales o, incluso, a través de llamadas personalizadas a teléfonos de base. La voracidad de quienes leen, ven o escuchan las acusaciones es grave, pero es peor si éste no verifica lo que se difunde y si es cierto o no.
Sí, muchos candidatos tienen cola que les pisen y mucho de lo que se dice puede ser cierto, sobre todo, si ha dejado huellas a su paso por la administración pública o el servicio público… Todo está ahí, servido en una esfera de acusaciones y de culpabilidades; otras veces no lo es porque surgió de la infamia política y electoral.
A lo largo de estas semanas, de un lado y otro nos hemos visto sumergidos en el descubrimiento de los pecados capitales de distintos candidatos, ya en Veracruz, ya en Durango, en Oaxaca, Tamaulipas, Chihuahua y más. Candidatos y candidatas son expuestos, a la vista de todos, para mostrar ‘su nivel de corrupción, de falta de ética o de moral’; sus vínculos con el narcotráfico y su apoyo al crimen organizado.
Así, los electores ven cómo a la manera de los cuadros de Goya, como unos a otros candidatos y partidos políticos se devoran para acabar de una vez y por todas con el peligro del fracaso.
Y sí. No es un asunto exclusivo de nuestro país; guerras sucias ocurren en elecciones de Francia, España, Estados Unidos.
Allá y en México hay empresas-asesoras, cuyos especialistas venden su know how para hacer este tipo de campañas de lodo, y cobran los oros de Aladino y se hacen más ricos aún quienes producen más y más lodo con sus propias manos. Es así la idea de democracia hoy aquí.
Sí. A todos nos gustaría que los candidatos a puestos de elección popular fueran hombres y mujeres de cuyo pasado pudiéramos preguntarlo todo “que cómo fue”. Y que ellos mismos nos dijeran si su dignidad y decoro son suficientes para acometer la tarea de gobernar con las manos limpias, o no: saberlo será bueno y ya sería el elector el que decida… Pero no. No ocurre así y mientras tengan pasado nebuloso, más se exponen a la exhibición del ‘dígalo ahora o calle para siempre’.
El político que ha sido corrupto, vinculado a negocios sucios o a crimen organizado o a cualquiera de esos pecados capitales en política, lo oculta. Claro, no lo va a andar diciendo en un mea culpa claridoso. Muchos mienten o señalan la paja en el ojo ajeno o tiran la primera y muchas piedras antes que otro porque ‘el que pega primero, pega dos veces’, es la regla en esta batalla campal de indignidades.
En todo caso lo que exhibe esta guerra de lodo es a muchos candidatos bañados en ese barro de aguas negras; aunque también los habrá que son impolutos, pero éstos habrán de demostrarlo con vida y obra.
Así que el proceso electoral que hemos visto con rumbo a las elecciones en 14 estados para el 5 de junio está demostrando el grado de descomposición política de los políticos y sus partidos políticos. Y la disposición de muchos de ellos a exponerse a recibir un pastelazo de majada con tal de obtener una posición de privilegio que le permitirá hacer gobierno o riqueza: eso se verá.
¿Recuerda usted cuál es la propuesta de gobierno o de estado que propuso este o aquel candidato en base a los reclamos ciudadanos? ¿Se han salido del lugar común en sus discursos? ¿No han dicho ya lo que antes y antes y antes dijeron otros candidatos para conseguir el voto ahí mismo en elecciones de años anteriores? ¿No han prometido de otro modo lo mismo?
Atentos como están para no caerse por los golpes recibidos o por asestar el mejor golpe al contrincante, dejan el ejercicio de la política a un lado; un ejercicio que cuando se hace con altura de miras puede ser el arte de la política y del buen gobierno con los mejores hombres de Estado y con el futuro comprometido para bien…
¿Y dónde quedó aquella Reforma del 2008 que ‘prohibía que los candidatos hablaran mal uno de otros? ¿Y en dónde ese artículo 45 constitucional en el que se lee: “en la propaganda política o electoral que difundan, los partidos y candidatos deberán abstenerse de expresiones que calumnien a las personas”? ¿Y en dónde está la autoridad que habría de cumplir y hacer cumplir esta obligación? ¿Y la autoridad electoral sigue contando sus pesos y sus millones sin ver lo que ocurre y lo que pasa?
Así que los votos que se consigan en esta ocasión habrán de ser básicamente el voto duro de cada partido, ese que no razona pero que impulsa. Habrá que ver si el voto independiente consigue anular esta forma de hacer política y de futuro político… Ya veremos en unas horas más.