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MÉXICO, DF., 30 de octubre de 2015.- Un 27 por ciento de los fallecimientos a escala global se deben a los padecimientos del corazón, advirtió Rubén Argüero Sánchez, jefe del Servicio de Cardiología del Hospital General de México (HGM) Dr. Eduardo Liceaga.
El académico e integrante del Seminario en Medicina y Salud de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM explicó a través de un comunicado que entre las principales causas de fallecimientos se encuentra el ataque al corazón, el derrame cerebral y la presión arterial elevada.
“Es una realidad incontrovertible. No menos de 17 millones de personas mueren en el mundo por problemas relacionados con ese órgano”, indicó.
Señaló que en el país más de 95 mil defunciones se vinculan a la hipertensión, enfermedad coronaria y al síndrome de insuficiencia ventricular izquierda.
Argüero Sánchez refirió que el corazón es un músculo de escasos 800 gramos, pero capaz de mover cinco litros de un líquido cinco veces más viscoso que el agua, acción que realiza por medio de “tubitos”, arterias y capilares, equivalentes a 80 mil kilómetros de conductos de diferentes diámetros.
Ese recorrido no sólo se hace en menos de un minuto, sino contra gravedad, independientemente de la posición que tenga el individuo.
Explicó que se contrae cuatro mil veces por hora, 100 mil por día y 40 millones por año; es un órgano extraordinario, una máquina maravillosa que empieza a trabajar desde antes de nuestro nacimiento, pero a la cual nunca le hacemos caso, dijo.
Los padecimientos relacionados pueden afectar el pulmón, por eso se les debe llamar en muchas ocasiones enfermedad cardiopulmonar, remarcó. En otras, están vinculadas con el territorio cerebral.
El especialista y autor del primer trasplante de corazón realizado en nuestro país (Centro Médico La Raza, 21 de julio de 1988) recordó que en siete de cada mil nacimientos se presenta alguna malformación congénita grave.
Entre las más frecuentes que permiten la sobrevida del niño –porque las más complejas provocan el deceso en los primeros meses o años si no son diagnosticadas y tratadas– se encuentran la llamada persistencia del conducto arterioso, es decir, la continuación después del nacimiento de la comunicación entre la aorta y la (arteria) pulmonar –que normalmente existe en el feto–, y que se debe operar lo más pronto posible para evitar la presión arterial pulmonar irreversible.
Otra entidad congénita habitual y que se observa alrededor de los 20 años de edad es la comunicación interauricular debida al defecto del tabique que divide a las dos cavidades auriculares.
Otras menos recurrentes son la coartación de la aorta, que es la estrechez de la arteria principal del cuerpo, como reloj de arena, o la aorta bicúspide –que en lugar de tres valvas tiene sólo dos– acompañada de estenosis. “Todas ellas son susceptibles de corrección quirúrgica con éxito”.
De acuerdo con su tipo, las enfermedades cardiacas pueden afectar a hombres o mujeres. Por ejemplo, la presencia del conducto arterioso es más frecuente en ellos y la comunicación interauricular en ellas; en tanto, la estenosis aórtica bivalva afecta por igual a ambos sexos.
Al alcanzar la cuarta o quinta década de la vida el padecimiento más común es la enfermedad de las arterias coronarias, “que los médicos llamamos cardiopatía isquémica”, a consecuencia de la hipertensión o el consumo de tabaco.
Es el precio de vivir muchos años: el depósito de “grasa” en la pared de las arterias, que disminuye la luz de las mismas, en particular, las pequeñas, las coronarias.
Todos estos males comparten, en lo general, algunos signos y síntomas; por ejemplo, si falla el lado derecho del corazón se hinchan los pies, el abdomen se llena de líquidos, las venas del cuello se engrosan, incluso tienen latido, “que es lo que llamamos ingurgitación yugular”, y el paciente no puede dormir en posición horizontal, tiene que usar muchas almohadas. Cuando falla del lado izquierdo, el primer síntoma es la falta de aire o disnea.