
Sabe agridulce iniciativa de corridas de toros a activista
CIUDAD DE MÉXICO, 23 de marzo de 2016.- José Guevara presume su producto, en el mercado de la Nueva Viga, que está pegado a la Central de Abasto, donde vende huachinango, el cual está cubierto, casi enterrado, con hielo.
“Es más fresco, nada de congelado”, dice, conocedor y explica que con hielo se conserva mejor.
Son las 13:30 horas y las tablas donde reposa el pescado, que está a 100 pesos el kilógramo, se ven medio vacías. Reconoce que ha tenido buenas ventas y que es en Semana Santa cuando más demanda de pescado hay.
De acuerdo con el administrador de la Nueva Viga, Manuel de la Vega, en esta temporada diariamente llegan 600 toneladas de pescado al mercado de frutas de mar, vendidos a través de 427 locales.
El pescado que vende Guevara luce con ojos brillantes, saltones y no hundidos, escamas firmes no desprendibles, agallas rosas y con un penetrante y nostálgico olor a mar. El vendedor afirma que le llega desde Veracruz y Tabasco, principalmente, pero también del Pacífico.
Un cliente le pregunta si recomienda que el huachinango puede ir asado. El vendedor apenas oculta su sorpresa -la carne de la variedad del pescado se caracteriza por su suavidad y rico sabor- y educadamente responde que es preferible empapelarlo o freírlo.
Aunque a esa hora aún resulta complicado caminar por algunos pasillos de la Nueva Viga, invadida por olor a pescado, cuyo piso está mojado por el hielo empleado para preservar el producto, y que es recorrida por quienes transportan la mercancía en diablitos, la mayor venta ocurre más temprano, entre las 5 y las 7 horas, afirma José, un cargador, quien dice que él llega desde las 1 de la mañana y su trabajo consiste en descargar ‘merca’.
Comparte que a esa hora llegan los compradores más conocedores y los que se van a llevar la mejor mercancía, la cual además no se expondrá a echarse a perder con el calor primaveral del mediodía.
Es en esas dos horas cuando los consumidores pueden comprar los mejores pescados y mariscos. Las mojarras oscuras y blancas, grandes y chicas, para freír al mojo de ajo o enharinadas, cuyos precios oscilan entre los 30 y 60 pesos el kilógramo, depende de cuál se busque. La más popular es la oscura de tamaño grande y es la más cara, pero también las hay exóticas, como la llamada Mojarra Chavela.
Hay otros pescados como la Curvina, a 35 pesos, tan barata que no deja lugar a pretextos para no comer pescado, diría, minutos antes, el secretario de Salud, Armando Ahued, durante su visita de supervisión sanitaria a la Nueva Viga.
Hay otras variedades de pescados más caros, como la Sierra a 67 pesos, el Cazón a 80 pesos, el filete de Salmón a 170 pesos y el Robalo “de Veracruz” a 250 pesos.
También hay otros productos como el pulpo entero de Yucatán a 175 pesos, delicioso si se le sabe preparar, o condenado a quedar chicloso para quienes no respetan su preparación. También hay cocido en trocitos a 50 pesos el kilo, mismo precio que el del calamar, mientras que la jaiba está a 80 pesos la pieza.
También están los llamados productos vivos, la almeja, de color claro y reluciente, a 50 pesos el kilógramo y la Pata de Mula, color oscuro, de textura casi terrosa, a 40 pesos.
Nada se desperdicia, todo es aprovechable y los conocedores saben que las cabezas de pescado son indispensables para darle sabor a un caldito. La de huachinango está a 30 pesos el kilo y la de robalo a 50.
Hay camarones, lo mismo los pacotilla, apilados en bolsas y precocidos para preparar en cócteles, a 80 pesos el kilogramo; y crudos están los cristal, de color grisáceo e idóneos para un aguachile, los cuales están a 140 pesos; qué decir de los llamados Jumbo, deliciosos a la diabla o al mojo de ajo y que llegan hasta los 250 pesos el kilógramo.
Para preparar los productos los visitantes pueden encontrar las herramientas, como un descamador a 15 pesos, charolas para freír a 55 pesos, cazos a 80, paellera a 130 pesos. Y hay puestos que venden aceite de oliva, limones, salsa cátsup o Valentina (salsa) y sal marina.
Y si de plano lo suyo no es preparar sino sólo comer los productos del mar, hay también diversos restaurantes, lo mismo los que tienen hasta aire acondicionado, hasta los que tienen sillas de láminas y donde se pueden degustar empanadas, cocteles, tostadas, pescados fritos, caldos y para la sed, refrescos, aguas y cervezas.
Así, la Nueva Viga ofrecer alternativas para todos.