Descomplicado
Parecería que la barbarie es la nueva normalidad mexicana. Parecería que ante tantas monstruosidades –tales como Tlatlaya, estado de México, donde fueron fusilados en caliente una veintena de supuestos criminales, y ahora en Ayotzinapa, Guerrero donde fueron levantados, torturados y al parecer asesinados 43 jóvenes normalistas–, hemos perdido la capacidad de asombro, indignación y sobre todo de exigencia a las autoridades de los tres niveles de gobierno.
Y de lo ocurrido en Ayotzinapa, Guerrero muchos son los culpables.
Fundamentalmente el alcalde de lguala, el tristemente célebre Abarca junto a su esposa, hoy prófugos y quienes son los autores intelectuales; los mandos policiacos y los policías municipales de Iguala, quienes sin asomo de humanidad ejecutar tan espeluznante orden; el gobernador Ángel Aguirre por sus acciones equívocas y omisiones en todos los rubros del caso.
Aguirre debe renunciar para distender la zona. También es culpable el PRD por su falta de rigor en la elección de candidatos externos y su gran ambición de ganar, a como dé lugar, puestos de elección popular aún con criminales. El perdón ofrecido por su máximo dirigente Navarrete no basta, parece una burla a la sociedad. También el gobierno federal es culpable por actuar con demora y no tener claro, a la fecha, qué pasó y lo que pasaba en aquella entidad. El sistema de inteligencia falló y hoy la procuración de justicia no ha sido del todo eficaz y expedita.
Para que la política se someta de esa manera al crimen organizado, es necesario el abandono de la política institucional, en todos sus niveles.
Ayotzinapa da testimonio de las muchas renuncias que preceden al secuestro criminal de la democracia. El órgano de inteligencia del Estado mexicano no sonó las alarmas. Un partido hizo candidato a un bandido. El Ministerio Público desoyó las denuncias. La violencia que resulta de esa depravación de la política no es un subproducto de la ilegalidad, sino un costo del negocio que los criminales están dispuestos a pagar. Un riesgo tipo empresarial.
Hoy el mundo y sus principales organismos como la ONU, la OEA la Unión Europea, nos ven con una enorme desconfianza en la aplicación de los derechos humanos y se preguntan, como todos nosotros ¿cómo es que las autoridades encargadas de prevenir los delitos y de cuidar a la ciudadanía, son quienes asesinan a sus jóvenes?
Duele, indigna, enferma y enfada la muerte de jóvenes en flor de vida. En lo general, como todo México, repudio estos crímenes y exijo justicia. Deseo desde el fondo de mi corazón aparezcan vivos.
No podemos habituarnos al terror y la barbarie que se ciñe sobre el país, debemos de recuperar nuestra capacidad de asombro, de indignación y exigencia. No podemos, no debemos deshumanizarnos.
Esta tarde inició la segunda jornada de movilización en todas las universidades públicas del país, incluso diversas instituciones privadas de educación superior, tales como la lbero, el tecnológico de Monterrey y el ITAM se han sumado a la protesta.
Nos duele a todos su desaparición forzada por policías municipales, nos indigna a todos el que las autoridades de procuración de justicia sigan pasmadas y no haya culpables ni castigo. Hoy verán el músculo estudiantil a lo largo del país.