Visión financiera/Georgina Howard
Ha transcurrido un largo mes otoñal desde la desaparición de los 43 jóvenes normalistas y de su paradero seguimos sin saber nada. En tanto, las protestas y movilizaciones estudiantiles se multiplican y radicalizan a lo largo del país. Sin embargo, ni la furia ni la indignación han hecho que aparezcan los jóvenes de Ayotzinapa, ni los autores intelectuales de tan deleznable crimen: José Luis Abarca, su esposa ‘Lady Iguala’ y el director de seguridad de Iguala.
Empero, las declaraciones del líder de la banda delincuencial de los llamados ‘Guerreros Unidos’ da al caso toda una lógica criminal. Aceptó haber secuestrado a los 43 normalistas en busca de 17 infiltrados de la banda rival ‘Los Rojos, gatilleros que tenían como objetivo asesinar a su jefe de plaza en Iguala, mismos, aseguró, que fueron ya ultimados y calcinados. Ello renueva la esperanza de que el resto de los estudiantes aparezcan con vida.
A lo largo de este tiempo han aparecido más fosas clandestinas con un número indeterminado de osamentas, mismas que hablan del horror y la barbarie que se vive en esa entidad del país, reflejo fiel del acontecer en otros estados, donde el crimen organizado ha asentado sus reales en contubernio con autoridades locales. Me pregunto entonces ¿cuántos alcaldes más están al servicio de los capos del narcotráfico? Unos por temor, otros por corruptos y ambiciosos.
En el plano meramente político y para bajar la tensión en Guerrero, Ángel Aguirre entendió que se tenía de ir, aunque ello no resolverá el conflicto de raíz, pues la entidad del Pacífico requiere de una asepsia a fondo y acciones de profunda justicia y apego a derecho.
Curiosamente, al igual que en Michoacán, llega como interino un académico, un hombre de estudios especializado en ciencia política y sociología, cuyo máxima aspiración era ser rector de la Universidad Autónoma de Guerrero (UAG). Rogelio Ortega Martínez, quien tan sólo unas horas antes de ser designado había participado en una procesión en favor de los desaparecidos, tiene el grado de doctor por la Universidad Complutense de Madrid. Se confía en que su vinculación con movimientos sociales y estudiantiles ayudará a distender el conflicto y lograr un diálogo con los normalistas.
El que llegue un académico refleja el descrédito en el que han caído los políticos. La gente, en su mayoría, no confía en ellos. Toda la clase política ha resultado reprobada frente a esta situación, y aun así continúan deslindándose, acusándose y señalándose unos a otros de ser culpables. Dan pena.
Por su parte los normalistas de Ayotzinapa han externado su desesperanza por la solución pronta de sus demandas. Claman fundamentalmente, como toda la nación, por la aparición de sus compañeros. En lo particular no comulgo en nada con las protestas violentas que tienden al vandalismo. El saqueo de comercios y camiones con productos perecederos, los cierres de carreteras y demás actos violentos sólo han servido para que grupos conservadores criminalicen a los jóvenes en protesta.
Los académicos han dicho:
“Los mexicanos debemos unimos para decir ya basta, nunca más otro Ayotzinapa. El país tiene que cambiar y muchos mexicanos de bien debemos sumamos para transformar esta ola de asco y horror y reiterar que las cosas no pueden seguir como están. Nos pesan mucho los muertos, las lesiones y las desapariciones de más de medio centenar de personas que no debieron sufrir o desaparecer. Pero también lastima mucho la existencia de servidores que no sirven pero que sí se sirven de sus puestos de agentes del orden, que se comportan como delincuentes de políticos y autoridades que con frecuencia generan decepción”, José Narro, rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
“Ya basta a la muerte absurda por violenta, un no a la impunidad que la auspicia, un no a la corrupción que lo propicia. Un sí a la vida, sí a la dignidad humana.”, Juan Ramón de la Fuente, ex rector de la UNAM.
“La sociedad mexicana debe ver estas cosas con seriedad y madurez, exigir que estas cosas no se repitan, pero también madurez para darse cuenta de que estas cosas tienen una bola de tintes políticos. Es una desgracia fenomenal que estas cosas estén ocurriendo en el país a estas alturas, en estos tiempos y aparentemente sin ninguna posibilidad de aclarar nada de lo que está pasando. Necesitamos claridad”, José Sarukhán Kermez, también ex rector de la UNAM.