Poder y dinero
Guerra sucia con hartos golpes bajos y patadas en las espinillas, además de bailongos, cantadas y el uso escenarios multicolres han sido las tónicas de las campañas políticas en la ciudad de México, en una lucha en la que aparecen diversas fuerzas políticas, en pos de sus 16 demarcaciones y 66 curules para la asamblea de representantes.
De ahí que llame la atención a el debate abierto entre los contendientes a la delegación Benito Juárez, al cual asistieron todos los candidatos a excepción del representante del Partido Acción Nacional (PAN) Christian Von Roehrich, quien ni siquiera se disculpó con los vecinos y representantes opositores por su descortesía. Tal vez el candidato panista no acudió porque la convocatoria partió de los mismos ciudadanos quienes agendaron los temas a discutir: parquímetros, seguridad, crecimiento del ambulantaje, construcciones indebidas, asuntos en los que la administración blanquiazul está seriamente involucrada.
En los diversos frentes, las acusaciones entre los contendientes van desde la entrega de despensas a través de las oficinas públicas delegacionales en manos del Partido de la Revolución Democrática (PRD) hasta el boicot de actos masivos de candidatos opositores al partido gobernante en la capital del país.
Las acusaciones van y vienen principalmente entre las dos fuerzas llamadas de “izquierda”, aunque en busca de reflectores y algo de atención, los diezmados integrantes del Partido Revolucionario Institucional (PRI) han hecho ya denuncias en contra de las autoridades delegacionales de Coyoacán (PRD) por la implementación de programas sociales en tiempos de campaña.
Para algunos analistas en estas próximas elecciones locales del Distrito Federal no sólo están en juego las 16 demarcaciones y los 66 lugares en la Asamblea de Representantes, sino también –y sobre todo—ungir al “bueno” para la “grande del 2018”, como asegura Enrique Carpio, investigador de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, quien desde su experiencia en Análisis Político Democrático asegura que Miguel Ángel Mancera tiene la encomienda de “no dejarse desbancar por Andrés Manuel López Obrador”.
Y así, la ciudad capital se inunda de basura propagandística ocupando todos los espacios disponibles en muros, esquinas, postes y todo lo que sea posible usar, incluso el mobiliario urbano. Todo se vale, parece ser la consigna, menos ofrecer propuestas de gobierno y líneas generales de acción para hacer de la ciudad de México un espacio más idóneo para la vida civilizada.
El peor ejemplo se da en la delegación Iztapalapa donde se concentra el mayor número de posibles electores, dada su enorme población. Ahí el hasta ahora bastión perredista es ahora disputado férreamente por Morena. Ambos partidos han plagado de anuncios espectaculares y ocupado cualquier resquicio en bardas con su propaganda. La lucha en el oriente de la ciudad es a muerte, pues los recursos de la demarcación son cuantiosos, y por ende, apetitosos.
Y en estas cosas raras de las campañas políticas o tal vez por marcar distancia y se evite la asociación de colores partidistas con hechos nefastos, la candidata del PRD a la delegación Benito Juárez, Dinorah Pizano, le ha dado por utilizar el verde (de los ecologistas-priístas) y el rosa mexicano (del jefe de gobierno capitalino), en lugar del amarillo del Sol Azteca. Lo de Pizano tiene una razón: es una forma de marcar distancia con la dirigencia perredista capitalina, pues es sabido que Raúl Flores orquestó una campaña negra en contra de Dinorah para imponer a Xiuh Tenorio, quien despechado va ahora por el PRI-Verde. Ya sabe, cosas de chapulines y trapecistas, y ahora, de colorines.
El uso del rosa mexicano en las campañas es un hecho que no disgusta del todo el jefe del gobierno capitalino, pues tal vez piense que su “ciudad en rosa o la vida en rosa capitalina” podría extenderse a todo el país en el 2018, al ser nominado candidato por el partido del sol rosado, con el lema “verde es ternura”, tal y como lo acaba de demostrar el gobernador de Chiapas en su boda reciente.
Y así las cosas, resultan sorpresivos los intentos de hacer ruido por parte del PRI capitalino, quien a través de su dirigente, Mauricio López, exigió a las autoridades electorales y de la capital proteger la equidad en la contienda, dentro de un marco de civilidad. El priísta se quejó ante el INE del programa social “Por ti”, que dijo tiene reglas de operación muy generales y puede ser usado para convertir “el capital social” de la ciudad en “capital electoral” en favor del PRD.
Extraño –pues me recordó el caso Soriana—, que un priísta denuncie actos “llenos de irregularidades y claramente violatorios de las disposiciones que rigen el proceso electoral y que constituyen un delito”.
Resulta que en Coyoacán se entregan tarjetas con cuatro mil pesos por persona, gigantescos tinacos. En tanto que en Iztapalapa se entregan despensas. López señaló que ya es hora de que el organismo rector de los procesos electorales (el IEDF) saque tarjetas rojas y no meras amarillas. De hacerle caso al priísta, las autoridades electorales, incluyendo al Instituto Nacional Electoral (INE) que preside Lorenzo Córdova, ya hubieran expulsado a los verdes ecologistas no sólo del terreno de juego, sino imponerles un castigo que se extienda más allá del 2018.