Escenario político
Los violentos ganan y han logrado cambiar la agenda ciudadana que ahora clama por un cese a la violencia y se diluya el clamor por justicia a los jóvenes de Ayotzinapa.
Al término de la manifestación, en su totalidad pacífica, del pasado 1 de diciembre y que culminó, otra vez, con hechos vándalicos y totalmente reprobables por parte de los autodenominados “anarquistas” preguntaba:
¿Qué alguien con serenidad y lucidez me explique cómo es que al término de las marchas aparecen los «anarcovándalos» hacen desmán y medio, los encapsulan, luego desaparecen y los granaderos arremeten contra los manifestantes pacíficos? Y entonces la opinión pública voltea los ojos a los destrozos y no a la multitudinaria marcha pacífica que exige justicia. O tienen una logística de poca mare los anarcovándalos y/o alguien muy poderoso los protege.
En lo particular yo no creo que sean ni anarcopeñistas, ni amlo porros. Es un ente virulento que crece rápido y peligroso. Un ente muy tóxico y contaminante. Un ente integrado por grupúsculos –como se autodefinen o colectivos– que apareció en el escenario nacional desde el día en que tomó posesión Enrique Peña Nieto como jefe del Ejecutivo Federal desplegando su furia contra quienes representan la autoridad.
Han chocado en innumerables ocasiones contra los federales y los granaderos. También atacan con bombas molotov, cohetones, barras de metal y lo que esté a su alcance contra fachadas e inmuebles de bancos, hoteles, comercios y todo aquello que represente al gran capital. Sus objetivos los han dejado claros: crear, confusión, caos y miedo. Sí, un miedo que paralice la protesta social. Sí, un miedo que clame por paz y no violencia y nos olvidemos de las injusticias y atrocidades cometidas en Ayotzinapa, Guerrero; nos olvidemos de sus autores materiales e intelectuales y los procesos que se les siguen. Un miedo que nos distraiga.
Mucho tendrá que explicar a la ciudadanía el jefe del gobierno capitalino, Miguel mancera. ¿Cómo es que a lo largo de dos años no los tenga muy bien identificados?¿ cómo es que no se han girado las órdenes de aprehensión en su contra? ¿cómo es que han actuado sus policías con tanta imprudencia al respecto?. ¿Cómo es que ahora sesiguen mostrando incapaces de contenerlos, encapsularlos y permitir tantos minutos de destrucción? ¿Cómo es que durante la última manifestación los tuvieron encapsulados y rompieron el cerco? Como lo evidencia la crónica de Quadratín en su momento.
Hoy la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), cuyos integrantes estuvieron ahí, exhortan a las autoridades a investigar y sancionar los actos vandálicos del pasado lunes para que no haya impunidad. Y advierten sobre el surgimiento “de expresiones sociales de carácter agresivo que si no se atienden con eficiencia, pueden llevarnos a situaciones de desgobierno”. En pocas palabras les dicen que los anarcos los han rebasado y no pueden con ellos. Les señalan que la falta de protocolos o de su aplicación por parte de los cuerpos de seguridad para actuar ante multitudes y cumplir con su responsabilidad de proporcionar paz ha fallado gravemente.
Es de extrañar que en todo su comunicado no se refieran a los anarcos y sus procedimientos. Parecería que no vieron y atestiguaron los actos de provocación. La CNDH lamenta solamente que la manifestación se haya ensombrecido por algunos grupos que incitan a la violencia y generan disturbios de diversa índole y gravedad.
La Asociación de Bancos de México (ABM) exige que los responsables sean sancionados de acuerdo con la ley. Luis Robles Mieja luego de calificar de condenable la actitud de los dizque anarcovándalos dijo que la violencia nunca lleva a la paz. Y si bien, señaló, se trata de un grupo muy pequeño, exigió a las autoridades tomar medidas en el asunto.
La mayoría de los comerciantes afectados por los actos violentos, aseguró que ninguna autoridad capitalina se les ha acercado y externaron su temor porque en la capital se viva la ingobernabilidad. Ahí otros ciudadanos desatendidos desde el gobierno capitalino.
Sabemos que los anarcovándalos están adiestrados para infiltrarse en las marchas, siempre por la retaguardia. Saben esconderse y escabullirse entre los manifestantes pacíficos; saben romper los cercos policíacos y perderse en las calles; saben que hacer y decir si son aprehendidos; saben cómo clamar por sus derechos humanos y evadir la acción de la justicia. Están, pues, bien adiestrados, bien entrenados.
Entonces ¿quién los mueve o que los mueve? ¿Dónde se entrenan en tácticas casi paramilitares?
En un reciente artículo, Juan Pablo Becerra Acosta –a quien leo pues él sí reportea y es atinado— explica las causas y motivos de éste ente virulento:
En sus comunicados delinean su autorretrato y evidencian lo que buscan —el caos— con frases como estas: “Y si para eso (desestabilizar) tenemos que infiltrarnos (como ocurrió) en las manifestaciones recientes con palos, explosivos, fuego, incluso armas de fuego, que quede claro que lo haremos”.
Dicen que no son un grupo que ‘entiende’ o que ‘respete’ a las masas, no participamos en sus manifestaciones para “solidarizarnos”, ni para clamar “paz” y “justicia”, los grupúsculos de RS queremos impulsar y ver a este sistema y a esta civilización ardiendo y cayendo por las problemáticas de sus integrantes.
Y aseguran que: “ha llegado su tiempo, el de destruir todo aquello que represente al sistema: “Símbolos, personas, lugares y cosas Al enemigo se le combate, al enemigo se le destruye, sin diálogo ni mediación. El sabotaje y la acción directa sin tregua, sin cortesía, aplastemos con nuestras quimeras a los poderosos”. Así sus tácticas son sabotear, incendiar, quemar bancos, paraliza escuelas. Su fin: “Generar miedo para paralizar al país”.
La Procuraduría General de la República (PGR) también fijó su postura al respecto: “Si las autoridades capitalinas no brindan información de sus registros de seguridad y los policías federales no aportan pruebas que sirvan para inculpar a alguna persona, no recibiremos a nuevos detenidos como presuntos responsables de actos vandálicos en las movilizaciones”.
Respuestas claras y convincentes señor Mancera.
Acciones claras y eficaces.
Queremos paz, pero también justicia.