
¡Otro plan nacional de desarrollo inservible!
Son hombres, mujeres, niños y ancianos habitantes de barrancas, selvas o desiertos. Hacinados en casuchas de cartón, lodo, zacate, barro o palma. Es el universo de sobrevivencia de más de 40 millones de mexicanos que se debaten en los límites de la pobreza y de los cuales más de 20 millones conforman la geografía de la miseria extrema. Situación que en nuestro país presenta dimensiones abrumadoras al igual que en el resto del mundo, donde se sabe que hay mil millones de personas que sobreviven en cruel marginación.
Las cifras más actuales y confiables de instituciones gubernamentales, así como de organismos privados de asistencia social, demuestran claramente que los mexicanos nos hemos empobrecido paulatinamente en las llamadas décadas perdidas: de 1980 a 1990.
“Así, a sólo 10 años de arribar al siglo XXI, en plena época de la conquista espacial y luego de sobrevivir una profunda crisis, los mexicanos hemos sufrido una disminución de 14 por ciento en el producto por persona, así como una caída del ingreso ‘muy desigual’. La población del país pasó de 71.4 millones en 1981 a más de 81 millones en 1990, en tanto que los pobres incrementaron su número de 32.1 a 41.3 millones…”
Lo anterior es parte de un extenso reportaje realizado para el emblemático unomásuno en septiembre de 1990, dividido en varias partes. Las cifras eran entonces abrumadoras, increíbles de creer. Eran los tiempos de Salinas de Gortari y su programa Solidaridad y la tarea lucia más que imposible de resolver. Han pasado 25 años de ese entonces y el destino nos alcanzó, las cifras nos rebasaron y la pobreza sigue ahí, necia, imbatible.
La pobreza, y más la extrema, no son meros números y rayitas, mucho menos un castigo divino: es una pesadilla y martirio diario para millones de seres, de personas sin esperanza, ni futuro. Es el fruto amargo de una sociedad desigual en la que unos pocos acumulan enormes riquezas y más de la mitad del total de la población nacional padece todo tipo de carencias, desde la alimentación diaria hasta la falta de los más elementales servicios.
Hoy sabemos, según datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), que el número de personas que no pueden comprar la canasta alimentaria y no alimentaria con sus ingresos totales fue –en el 2014– de 63.8 millones de personas , es decir el 53.2% de la población total, estimada en 120 millones.
El mero dato indica que, con respecto a 2012, se sumaron a la pobreza por ingresos (como ahora lo definen) 3.2 millones. Recientemente el citado organismo destacó que la cifra de pobres en la medición multidimensional, que incluye además del ingreso el acceso a derechos sociales, aumentó en dos millones de personas entre 2012 y 2014.
Lo anterior significa, según los expertos en economía, que 1.2 millones de personas que el Coneval no clasificó como pobres, puesto que al menos no tenían carencias sociales, y les denominó “vulnerables por ingreso”. O sea: comen de milagro.
Los economistas sostienen también que quienes no tienen ingresos, ni siquiera para comprar la canasta alimentaria llegó a 24.6 millones de personas en 2014,: 20.6 por ciento de la población, con lo que tuvo un alza de 1.1 millones respecto a 2012. O sea aumentó el número de pobres.
Organismos empresariales y sociales –luego de conocer las cifras de Coneval– reconocieron que es necesario un cambio en la política económica para generar más empleos y reducir la pobreza. Empero es de señalarse que la pobreza extrema no se podrá combatir con la creación de más y mejores fuentes de empleo, pues la pobreza secular de estas personas les impide capacitarse y acceder a los trabajos creados.
Para el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (Ceesp) no debe extrañar que el número de pobres en México haya subido en los últimos dos años, pues el efecto de las reformas se verán hasta el mediano y largo plazos. Así, pues, la política social de la actual administración federal sólo servirá –como la ha dicho el mismo Peña Nieto– para contener a la pobreza extrema y no para crear más y mejores empleos que es como se ataca a la pobreza.
De hecho, el organismo dependiente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE) aseguró que se requieren medidas adicionales para satisfacer la necesidad de empleos en el país. La misma institución de estudio y análisis del sector privado ha considerado que no sólo aumentó la pobreza, sino que de acuerdo con el coeficiente de Gini también la desigualdad se ha acentuado, lo que implica que hoy en día haya una peor distribución del ingreso.
Para el Coneval, la pobreza es cuando una persona adolece de uno de los seis indicadores: educación, salud, seguridad social, vivienda, servicios básicos o alimentación. La pobreza extrema es cuando una persona carece de tres o más de estos satisfactores, cuando dedica todos sus recursos tan sólo para comer, línea en la que se debaten millones de mexicanos y es a la que atienden los programas sociales. Programas sociales insuficientes desde tiempos inmemorables y donde todos los gobiernos han fracasado, llámense Solidaridad, Oportunidades, Prospera…
Doña Rosario Robles, secretaria de Desarrollo Social explica que el crecimiento en el número de pobres en el país (dos millones más) obedece al número de nacimientos de mexicanos en situación de pobreza, es decir nacieron pobres y seguirán siendo pobres y padecerán siempre de satisfactores. Don Enrique Peña Nieto remata reconociendo que sólo con una economía dinámica se logrará avanzar, mientras tanto sólo hay que limitarse a contener a la pobreza.