Alfa omega/Jorge Herrera Valenzuela
Destinos de la UNAM
En tiempos de crisis y turbulencias en diversos tópicos de la vida nacional, las decisiones deben ser ponderadas y muy razonadas, tal y como las definió la Junta de Gobierno de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) al inclinarse por el médico oftalmólogo Enrique Graue para regir los destinos de la máxima casa de estudios en el próximo cuatrienio.
Estabilidad por sobre todas las cosas fue la máxima divisa. No polarizar a la institución la consigna. Su designación al interior de la máxima casa de estudios ha sido excelentemente bien recibida. Distendió enseguida de darse a conocer por los notables de la Junta de Gobierno.
Cuatro distinguidos académicos universitarios me llamaron la atención por sus propuestas y trayectorias, entre ellos estaba el aún director de la Facultad de Medicina y médico que ocupará el despacho del sexto piso de la Torre de Insurgentes sur.
No hay regla, norma o señalamiento en la Ley Orgánica de la UNAM, ni siquiera una ley no escrita, que indique que la rectoría debe ser objeto de prebenda de grupo. Es decir que ahora toca a los abogados, después a los ingenieros y más tarde a los médicos. El hecho que se haya dado la coincidencia de que un médico suceda a otro galeno es exclusivamente por méritos académicos, liderazgo moral dentro y fuera de los muros universitarios, capacidad política para conducir los destinos de una de las universidades más grandes del mundo, no sólo en tamaño sino en calidad, así como una enorme sensibilidad para conciliar los intereses de una amplia comunidad. Y Graue lo tiene de sobra.
Sé de él por lo que dicen mis amigos (as) académicos de la Facultad de Medicina. Hombre sencillo, aterrizado en la tierra, amable, que sabe escuchar y goza de una enorme sensibilidad social. Virtudes de las que carecen la mayoría de los integrantes de nuestra clase política.
Y sus pares de la Facultad le reconocen como un visionario, pues de él emanaron diversas ideas para la creación del (N) de Ciencias Forenses, así como nuevas especialidades en Medicina y la creación de un grupo de estudiantes de élite que configurarán la masa científica de ésta carrera en el futuro próximo.
Su designación nada tiene que ver con que exista al interior de la UNAM una mafia de médicos que se ha apropiado de la institución desde tiempo atrás. Eso es una falacia sin sentido. Es no conocer a la UNAM, su historia y sus procesos. A lo largo de la historia moderna de la UNAM ha habido nueve rectores médicos.
Hay sí, cuatro ex rectores egresados de la facultad de Medicina que han resultado de excelencia y que durante sus gestiones pusieron los listones muy en alto, como lo fueron: Ignacio Chávez, Guillermo Soberón Acevedo, Juan Ramón de la Fuente y José Narro Robles, casualmente los tres últimos mencionados gustan mucho del deporte y vieron coronarse a sus Pumas durante sus respectivas gestiones.
Enrique Graue, con más de 35 años como académico en la UNAM ha dicho en estos días que velará porque la institución pueda seguir expresándose libremente y con autoridad en los problemas nacionales. Para él el Gobierno federal es y debe ser respetuoso con la UNAM y entiende también la importancia de que la Universidad se exprese libremente y con autoridad sobre los problemas nacionales.
A su juicio el gobierno federal y local les interesa que digamos la verdad pero como una expresión producto de la inteligencia colectiva. Y ha refrendado que la relación debe de ser de independencia y respeto: “Si por respeto entiende uno que no tiene que andar agrediendo al Estado, pero sí manifestando la posición de la Universidad frente a los problemas nacionales”. Así, ha enfatizado que la UNAM seguirá siendo la conciencia reflexiva crítica y propositiva del país. De enorme sensibilidad social se autodefine de centro izquierda “porque cuando uno está en contacto con la pobreza no puede ser de derecha y ese contacto reconoce se lo dio su cercanía con instituciones de asistencia como el Hospital de la Luz y Conde de Valenciana donde se atiende a la gente más necesitada”.
Saludé al doctor Enrique Graue, previo al encuentro de los Pumas de la UNAM contra los Gallos de Querétaro, junto a él se encontraban dos reporteros de la fuente deportiva que le dijeron: “Le han dejado la vara muy alta”, refiriéndose a las gestiones de sus condiscípulos y amigos Juan Ramón de la Fuente y José Narro. Respondió con gran sonrisa: “así es, y en todos sentidos. Trabajaremos para consolidarla y mantenerla estable y trabajando”.
Y en efecto, tanto Juan Ramón de la Fuente como José Narro dejan un enorme legado de estabilidad a lo largo de 16 años, en algunos momentos con brillantes luces al colocarla entre las 60 mejores del orbe y en los primeros lugares de Iberoamérica.
Sean pues más y mejores años para nuestra amada Universidad.