Contexto/Fernando Ramírez de Aguilar L.
El presente ciclo escolar (2015-2016) sin lugar dudas será largamente recordado. Inicia en el marco de una Reforma Educativa, muy pregonada por el gobierno federal, pero fuertemente torpedeada por diversos de sus actores como son los maestros disidentes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), quienes a través de diversas movilizaciones y actos extremos han tratado de hundirla en diversas entidades.
Para dotarla de todo un significado, el gobierno federal inició el ciclo en Coyuca de Benítez, Guerrero, tierra de rebeldía magisterial, dónde Enrique Peña Nieto enfatizó que la Reforma Educativa emprendida por su gobierno es el futuro de la niñez y que son los maestros a quienes toca ser los protagonistas de la nueva legislación. El titular del Ejecutivo aseguró que Guerrero, Chiapas, Michoacán y Oaxaca serán las entidades más beneficiados con la reforma y nuevas iniciativas para detonar en el desarrollo económico. Significativa también la reaparición del titular de la Secretaría de Educación Pública, Emilio Chuayffet en el acto luego de una larga convalecencia y de quien muchos dicen se irá pronto a casa a seguir recuperándose.
El regreso a clases de poco más de 26 millones de escolapios de los niveles preescolar, primaria y secundaria de escuelas públicas y privadas de todo el país, tiene además el signo de nuestros tiempos: la violencia. En Guerrero el inicio de clases se pospuso 48 horas por motivos políticos. Simple y llanamente los mentores decidieron cerrar los planteles sin previo aviso en aquellos lugares controlados por la CETEG, aunque el secretario de Educación de aquella entidad, Salvador Martínez de la Roca –quien en mayo pasado renunció, aduciendo que su presencia no se justificaba, y que no se la aceptaron– se empeñó en decir que las clases se habían reanudado en el 90 por ciento de los planteles.
En Oaxaca, cuna de la disidencia magisterial y dónde la educación básica ha sido prácticamente secuestrada por la sección 22 de la CNTE con actos de extrema barbarie, el gobernador Gabino Cué anunció, finalmente luego de días convulsos, que las clases reiniciaron con toda normalidad en más del 96 por ciento de los planteles ubicados en aquella entidad. Lo que de sí es una gran noticia, pues los niños acudieron a las 13 mil 413 escuelas existentes, reportándose solamente el cierre de cuatro. Un hecho que no ocurría –con toda normalidad– desde hacía muchos meses. Serio y fuerte revés para la CNTE que perdió la primera gran batalla.
Y para que no hubiera dudas de tan significativo regreso a clases y en un mensaje con claro destinatario, desde Yucatán, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio, enfatizó que nadie va a detener la reforma educativa e insistió en que no habrá cambios a esta ley. Eso y las órdenes de aprehensión contra líderes del magisterio marcaron el retorno a clases.
¿Será que ahora sí el Estado, con toda su fuerza, tomará el control y manejo de la enseñanza básica del país y no habrá más contemplaciones para el magisterio disidente? Veremos, apenas empieza el nuevo ciclo, el que debe marcar un cambio en la enseñanza.
Y es sin duda alguna la actividad educativa la que marca los tiempos y las formas en el país, pero sobre todo en nuestra gran ciudad. Con el regreso a clases todo se trastoca. Y éste ciclo escolar 2015-106 no fue la excepción. Más de un millón 700 mil escolapios de los niveles preescolar primaria y secundaria retornaron a las aulas y con ello se incrementaron los problemas de movilidad y tránsito, de tiempo y espera.
Y no se diga el calvario de los padres con los aumentos encontrados. De entrada muchos se toparon con incrementos en inscripciones y colegiaturas del cinco al 10 por ciento. Todos sin excepción fueron sorprendidos con alzas en los precios de los útiles escolares y uniformes. A lo anterior hay que sumarle los costos en alimentos para los niños y jóvenes. Pero no hay inflación, insisten en decirnos las autoridades en materia de economía.
Pese al operativo de vialidad Regreso a clases y el anuncio de que éste se mantendrá durante una semana y media, según el mismo Miguel Ángel Mancera y en el que operan 25 mil elementos de la Policía Auxiliar y de Tránsito en tanto no se estabilice el tránsito en avenidas y calles de la capital, la megalópolis es un caos desde el amanecer hasta el anochecer. De poco o nada ha servido tal despliegue pues en calles y avenidas donde se ubican los planteles escolares las dobles y hasta triples filas se multiplican.
Si en entidades federativas el presente ciclo escolar ha sido significativo por la apertura de planteles antes cerrados por la disidencia magisterial, en la ciudad capital es un signo de desorden y caos vial. Los tiempos de traslado han aumentado, las arterias se han inundado de automóviles y camiones escolares, el transporte público resulta insuficiente para quienes deben llegar a los centros de enseñanza. Somos muchos y mal organizados.
Y mientras el caos reina en la gran urbe, el doctor Mancera no deja de posar ante cuanta cámara se le pone enfrente. Allá en la escuela primaria Dr. Agustín Rivera, ubicada en el Centro Histórico una y otra vez sonaron los obturadores con el pretexto del inicio de clases.
Todo por nuestros niños
P.D.- Sobre el caso del multi homicidio en la Narvarte ya ni que decir. Todo se les ha hecho engrudo en la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF). Las investigaciones no despejan nada y dejan más dudas; las filtraciones a algunos medios han ensuciado y contaminado el asunto; la criminalización de las víctimas y el rebajarlas a sexo servidoras de franeleros y malabaristas callejeros no sólo es absurdo, sino totalmente ilógico.
Mancera ha dicho al respecto que es una gran prueba en la procuración de justicia en la ciudad capital: No señor, es una gran prueba para su administración que se ha mostrado, con todo y los cambios, errática e ineficiente en diversos aspectos.