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MÉXICO D.F., 17 de agosto del 2014.- El Panteón de San Fernando es un recinto histórico enclavado en los límites del centro de la ciudad de México. En él yacen los restos de don Benito Juárez, quien está acompañado de personas que marcaron la historia del país durante el siglo XIX como el coronel Santiago Xicoténcatl, los políticos Francisco Zarco o Mariano Riva Palacio y los ex presidentes José Joaquín Herrera e Ignacio Comonfort.
Además también fueron ‘huéspedes’ del lugar personajes destacados como los militares: el independentista Vicente Guerrero, el vencedor de la Batalla de Puebla, Ignacio Zaragoza o Miguel Miramón (quien murió fusilado al lado del emperador Maximiliano y paradójicamente descansaba junto al presidente Juárez, quien autorizó su ejecución,).
Además de Melchor Ocampo otro de los grandes liberales de la generación de la Reforma o el mandatario que sucedió al Benemérito de las Américas en el poder y luego lo dejó en manos de Porfirio Díaz: Sebastián Lerdo de Tejada.
El recinto, enclavado en el cruce de las avenidas Guerrero e Hidalgo, en plena colonia Guerrero, funciona actualmente como un Museo y en su interior el tiempo se detuvo desde 1872, año en que fue cerrado tras los funerales del recién fallecido presidente Juárez.
Pero su grado de conservación la distribución de sus mausoleos y las leyendas que hay a su alrededor lo hacen un interesante lugar de visita como parte del acervo histórico, cultural y arquitectónico que resguarda la capital, una de las ciudades con más museo s en el mundo.
“El panteón nace a finales del siglo XVIII para enterrar a los frailes que vivían en el convento aledaño. En 1832 se abre para población civil, pero con el tiempo se convirtió en el cementerio más solicitado por las clases altas, por eso era el más caro”, explica Virginia Ortega Cervantes, directora del Museo.
“Esto ayudó para que personas de la política del país fueran enterradas acá. De ahí que el último fuera Juárez, quien yace junto a su esposa Margarita, quien murió antes y cinco de sus 12 hijos”, agrega.
Curiosamente el Benemérito, a pesar de ser tildado como uno de los anticlericales más duros de su época y haber sido excomulgado por la iglesia, descansa en un recinto originalmente administrado por el clero y convertido en panteón civil.
Esta no es la única paradoja que explica la directora del recinto: “Es curioso que en vida varios de estos personajes que defendieron los bandos liberal y conservador y estuvieron en constante lucha, comparten un mismo espacio”.
Uno de estos casos es el del general conservador Tomás Mejía, quien también fue fusilado al lado de Maximiliano y Miramón en el Cerro de las Campanas. El reposo de la muerte separa los restos de Mejía y Juárez por sólo unos metros.
Miguel Miramón, quien también fue inquilino del lugar, fue trasladado a la ciudad de Puebla, por instrucción de su esposa, Concepción Lombardo, quien, “al enterarse que en ese lugar iban a ser depositados los restos de Juárez, decidió exhumar los restos. Actualmente sólo permanece su mausoleo”, explica Ortega Cervantes.
LAS HISTORIAS
Pero esta no es la única curiosidad sobre las tumbas conservadoras, hay un mito interesante alrededor de la sepultura de Mejía. Su esposa vivió un drama, pues buscó por todos los medios posibles la libertad de su esposo en los días finales del Imperio y suplicó ante todas las instancias posibles el perdón:
“Cuando murió, su viuda no tenía dinero ni siquiera para comprarle un féretro”, explica la directora. “Puso en una silla el cadáver y así fue como lo enterraron. De ahí se explica el tamaño y la proporción de la lápida. El mismo Juárez, cuando supo sobre la precariedad de la viuda, mandó construir la tumba”.
Otro personaje distinguido cuyos restos aquí reposaron fue el del héroe de la Independencia, Vicente Guerrero. Sin embargo en la que fue su tumba ahora sólo quedan su hija Dolores y su yerno Mariano Riva Palacio.
En uno de los extremos del recinto se encuentra un mausoleo que cuenta una historia trágica y gira en torno del también liberal José María Lafragua y su amada Dolores Escalante:
“La tumba es una muy bonita estéticamente y tiene iconografía de arte funerario. Dolores y José María se enamoraron desde que se conocen, pero por vicisitudes de la vida fue difícil que estuvieran juntos. Entonces, cuando por fin deciden casarse, semanas antes de la boda, Dolores cae presa de una epidemia de cólera que azota la ciudad de México y muere”, explica Escalante.
“José María destrozado trae el cuerpo aquí y pide que cuando él muera, se le entierre aquí junto a Dolores”. En la tumba hay elementos como una serpiente que se muerde la cola, en representación del ciclo de la vida, así como una mariposa, que se relaciona con el alma.
Hay antorchas con la flama hacia abajo, en representación de una vida extinta y el remate del mausoleo “es una pirámide truncada, no porque haya sido dañada, sino porque simboliza que la vida terminó abruptamente”.
LOS SÍMBOLOS
Casualmente la simbología religiosa en las tumbas es escasa, es difícil encontrar crucifijos en las lápidas, sin embargo, como en el caso de Lafragua encontramos gran cantidad de elementos que simbolizan las paradojas entre la vida y la muerte, la pena de la pérdida, así como iconografía que habla de las hazañas en la vida de los difuntos.
“En la tumba de Ignacio Comonfort el remate de la tumba es militar totalmente. Mientras que el mausoleo de Ignacio Zaragoza (cuyos restos descansan ya en Puebla), tiene cañones invertidos que simbolizan que la batalla ha finalizado. Por allá hay un reloj de arena alado que representa que el tiempo pasa volando, incluso un ojo masónico”, indica Cervantes.
Al otro lado se encuentra la tumba del general Manuel Gual, la cual, es una de las favoritas de la directora del recinto pues “está escondida y es única en el lugar porque está rematada por esculturas de mujeres pleurantes o plañideras que en tiempos ancestrales, eran contrataban para llorar en los entierros”.
El Panteón de San Fernando carece de apariciones nocturnas o apariciones misteriosas: “Aquí en la noche he estado aquí en inauguraciones, sobre todo en ofrendas o en ‘Noches de Museo’, pero es muy tranquilo. Me da más miedo la gente de allá afuera”, afirma, irónica, la entrevistada.
EL Museo Panteón de San Fernando es un lugar de visita obligada para conocer un poco sobre el estilo de vida de la segunda mitad del siglo XIX, para palpar como el tiempo se ha detenido en ese sitio y para convivir con personajes cuya memoria determinó el devenir del país en los siguientes años.
“San Fernando, junto con el Panteón Francés de La Piedad son los únicos recintos de ese siglo que resguardan este acerbo en la ciudad”, dice la Lic. Cervantes. “De por sí, los cementerios son lugares mágicos, que guardan la historia y la memoria”.
“Son personas que construyeron la nación en el siglo XIX, aunque sus nombres no figuren en los libros de historia, pero en su tiempo fueron importantes”, continúa. “Son como instantáneas de un tiempo y que siguen aquí en pie. Son espacios donde uno puede pensar ¿qué estamos haciendo aquí y ahora?, y ¿qué hicieron ellos en algún momento por el país?
*El Museo Panteón San Fernando se encuentra en Plaza San Fernando 17, Colonia Guerrero. Horario: de martes a domingo de 09:00 a 17:00 horas.
Entrada libre
Como servicios ofrece: Talleres infantiles, conferencias, conciertos, obras de teatro, presentaciones de libros y visitas guiadas caracterizadas, que se celebran los sábados a partir de las 13:30 horas y en las Noches de Museo, el último miércoles cada mes.