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MÈXICO, DF, 11 de agosto de 2014.- La UNAM, a través del Centro de Ciencias Aplicadas y Desarrollo Tecnológico (CCADET), participa en el proyecto de restauración y conservación del monolito de Tláloc. En esta tarea colaboran los grupos de Materiales y Nanotecnología, Análisis de Imágenes y Visualización, Ingeniería de Precisión y Metrología, así como de Micromecánica y Mecatrónica, de esa entidad universitaria.
De acuerdo a un comunicado de prensa, hace 50 años, el monolito del dios de la lluvia, de 167 toneladas, llegó al sitio que hoy es su casa, en el Museo Nacional de Antropología (MNA), en una de las aceras aledañas al Paseo de la Reforma, en la capital del país. Para conmemorar ese medio siglo, se realizarán diversas actividades, que incluyen la conservación y limpieza de la figura.
“La fecha dio pie a un proyecto de restauración y conservación más allá de las capacidades del MNA, por lo que se pidió la intervención de especialistas de otras áreas, entre ellos, los de la UNAM”, indicó Gerardo Ruiz Botello, integrante del CCADET.
El académico refirió que, adicionalmente, el Instituto de Geología (IGL) realiza estudios para entender la constitución petrográfica y mineralógica de la pieza prehispánica.
Conferencia
Después de 50 años, esta figura labrada ha sufrido daños, por lo que es crucial determinar si esta merma implica pérdida de la información, señaló Sergio González García, del MNA, al impartir la conferencia Conservación del Tláloc de Coatlinchán.
Se planea realizar un registro y dictamen minuciosos para identificar causas, mecanismos y efectos de deterioro. A partir de ello será posible elaborar un plan de mantenimiento y monitoreo a largo plazo, agregó en el auditorio del CCADET.
Sobre el apoyo recibido por esta casa de estudios, detalló que la identificación de la roca, realizada por el IGL, consiste en el análisis por DRX, estudio en microscopio petrográfico de láminas delgadas y análisis por espectroscopía micro-raman.
Por su parte, el CCADET desarrolla y hace pruebas con pastas de resane con andesita molida a nivel submicrométrico y con gel de óxido de silicio, que son alternativas de relleno y sellado de fisuras y poros grandes en sitios donde se acumula el líquido pluvial (en particular la parte superior, el tocado del monolito, la zona de la boca y el empeine del pie derecho).
También refirió que se debe evitar, en lo posible, las zonas de encharcamiento y la actividad de fisuras, manchas, organismos, sitios de escurrimiento y sales en superficie.
Entre las causas, mecanismos y efectos que intervienen en el deterioro, González García mencionó la filtración hídrica, la migración de sales, el arrastre de partículas y las eflorescencias salinas, la erosión por paso de agua y la exfoliación.
“Es de destacar la contaminación atmosférica, pues los mecanismos de deposición de materia extraña sobre el monolito y la catalización de reacciones químicas en presencia del agua generan manchas oscuras en la superficie y la formación de una pátina acumulada a lo largo de cinco décadas”.
La situación actual del monolito no amerita cambiarlo de sitio, sino tratamientos de conservación, como la limpieza superficial y eliminación de encharcamientos.
El objetivo es tratar y atacar las causas de deterioro, dar mantenimiento al soporte metálico para evitar que se oxide, atender los efectos de la polución y evitar el hundimiento y proliferación de organismos.
“Para aminorar el efecto de los contaminantes sería deseable colocar una barrera de protección de árboles e instrumentar una limpieza superficial anual, como parte de un plan de mantenimiento a largo plazo”, concluyó.