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MÉXICO, DF, 15 de agosto de 2014.- Debemos aceptar que tenemos un cerebro adicto que deja un espacio muy breve para la acción voluntaria, por lo que una política de libre mercado en materia de drogas no es la mejor opción, advirtió la directora del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente (INP) de la Secretaría de Salud, María Elena Medina-Mora.
Al participar en el primer Coloquio sobre violencia, narcotráfico y salud mental –en la Facultad de Psicología de la UNAM-, la especialista en adicciones señaló que desde la perspectiva de la salud pública “hemos aprendido que la voluntad no es la mejor manera para prevenir. Tenemos que aceptar que tenemos un cerebro adicto: somos adictos a la comida, a todo los nos ocasiona placer. El cerebro repite lo que nos gusta porque genera placer, liberación de dopamina, y las drogas generan mucha más liberación de dopamina”.
Partiendo de ese hecho, dijo, “tenemos un espacio muy chiquito de acción voluntaria, si hay dependencia ya no hay voluntad porque el cerebro está confundiendo y la persona no puede dejar de consumir a voluntad”.
Ello quiere decir que el sector salud tendría que estar juntando modelos preventivos hacia la conducta con normas sociales, como sucedió, por ejemplo, con el consumo de alcohol.
“Siempre hemos sabido que es peligroso beber y manejar y ahí vamos, y la mortalidad en los jóvenes era inmensa. Eso generó una norma: si manejas bebido, te detienen y eso ha reducido de manera importante la mortalidad”, explicó.
El caso de la marihuana es preocupante, añadió, “porque sabemos que hay cerebros vulnerables. Si se fuma antes de los 25 años, el riesgo es muy alto. La adolescencia es ese momento donde el cerebro se prepara para la edad adulta y se deshace de cosas que no le sirven. Ese momento del cerebro es muy vulnerable para las dependencias”, alertó.
Agregó que se sabe que la estructura cerebral se liga a las áreas de memoria reciente, cognición, toma de decisiones y atención, es decir, todos aquellos elementos para tener éxito en la escuela, por lo que el consumo a temprana edad resulta en personas con menores calificaciones y, en términos globales, deserción escolar.
“No es una droga inocua y desde la perspectiva de salud pública, siempre se tiene que evitar la decisión que haga más daño. Si nosotros dejamos esto libre y entran los intereses económicos, vamos a sumar al alcohol y al tabaco los intereses detrás de las drogas y eso está siempre en contra de las medidas de salud pública”, concluyó.