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MÉXICO, D.F., 12 de agosto del 2014.- La industria de la carne animal genera una sombra sobre el medio ambiente, pues producir un kilo de carne requiere 15 mil litros de agua. Uno de queso, 5 mil litros, mientras que para un kilo de maíz se necesita de 300 a 700 litros.
Al presentar la primera edición en español del Atlas de la Carne -publicado por la fundación Heinrich Böll-, Silvia Ribeiro, Dolores Rojas y Annette von Schönfeld advirtieron que la producción a gran escala implica deforestación y excesivo uso de agua.
Datos del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) refieren que el 80 por ciento de las tierras agrícolas del planeta se dedica a la cría de ganado, carne que no llega a la población más pobre del planeta, pues su consumo se asocia a un alto estatus económico.
«La mitad de los cereales que se ocupan en alimentar animales que irán al matadero, con eso se podría alimentar a 3 mil 500 millones de personas, prácticamente la mitad de la población», sostuvo Silvia Ribeiro, de Grupo ETC.
Agregó que el 90 por ciento de la soya transgénica que se produce en el mundo se destina a forrajes, así como el 25 por ciento del maíz transgénico.
La experta advirtió que a los animales para consumo humano les son suministrados antibióticos porque es una forma de «engordarlos», lo cual provoca una resistencia a estas sustancias y ello afecta también la salud del consumidor.
En México el consumo promedio per cápita es de 60 kilogramos de carne al año: 27 de pollo, 27 de res y 16 de puerco, lo que representa un incremento de 200 por ciento en dos décadas.
Ese consumo promedio, aclaró Dolores Rojas, significa que «algunos comerán 120 kilos y otros, ninguno», en función de sus posibilidades económicas.
A menor decil de ingreso, precisó, mayor cantidad de embutidos, como jamón y salchichas, cuyo valor nutrimental es escaso y se relaciona incluso con la epidemia de obesidad que vive el país.
Las expertas alertaron que la producción de carne para consumo humano aumentará de las 300 toneladas actuales a casi 500 millones de toneladas para 2050.
Ante este desolador panorama, dijeron, las alternativas se encuentran en la producción a pequeña escala y descentralizada de carne.