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MÉXICO, DF 6 de agosto de 2014.- Un día como hoy hace 69 años, la ciudad de Hiroshima, en Japón, se despertó bajó la sombra del hongo mortal que levantó el misil que dejó caer el bombardero B-29 Enola Gay. La explosión derritió virtualmente las instalaciones donde cayó la bomba y la ola expansiva arrasó con la vida en esa pequeña ciudad oriental.
La historia cuenta que Paul Tibbets, el piloto del Enola Gay, desconocía el potencial mortífero de Little Boy, como la tripulación había llamado al explosivo terrible que acabaría con la vida en Hiroshima. Dicen que enloqueció al ver el monstruoso hongo que levantó la explosión.
«Presidente Obama y todos los líderes de naciones con armas nucleares, sírvanse responder al exhorto para visitar las ciudades bombardeadas con armas atómicas tan pronto como sea posible para que vean con sus propios ojos lo que ocurrió», dijo el alcalde, Kazumi Matsui, al recordar el sacrificio que marcó el principio del fin de la Segunda Guerra Mundial.
Ante unas 45 mil personas que guardaron un minuto de silencio por las víctimas del genocidio en el Parque de la Paz de Hiroshima, que se levanta en lo que fue el epicentro de la explosión.
«Si lo hacen, se convencerán de que las armas nucleares son un mal absoluto al que no debe permitírsele existir», dijo el alcalde al recordar a las 140 mil víctimas mortales de Hiroshima y a los 70 mil que a los tres días desintegró una explosión similar en la ciudad de Nagasaki.
Hoy Japón estima que sobreviven unos 190 mil de las víctimas de esas explosiones, con una edad promedio de 79 años, 5 mil 507 murieron en los primeros seis meses de este año.