Lilia E. Cárdenas Treviño, líder social y promotora cultural
MÉXICO, DF, 7 de septiembre de 2014.- Un 7 de septiembre de 1949 murió José Clemente Orozco, uno de los más grandes personajes de la pintura mexicana y pilar del movimiento muralista que trascendió fronteras.
Dibujante, litógrafo, pintor, ingeniero agrónomo y matemático, José Clemente Orozco nació en Zapotlán, Jalisco, un 23 de noviembre de 1883 y su interés en la pintura se expresó desde muy por la influencia directa que ejercieron los grabados de José Guadalupe Posadas, a quien conoció personalmente.
Expuso sus primeras obras en 1916 en una vieja librería de la ciudad de México, y al año siguiente partió a Estados Unidos, en donde dejó varias obras importantes. Vivió en Nueva York y San Francisco, elaborando carteles.
Ahí comenzó a participar en trabajo murales, entre los que destacan el Colegio Pomona de California, el Dartmouth College y la New School for Social Research de Nueva York, en donde pintó sobre yeso húmedo dejando la primera obra al fresco que se hizo en Nueva York.
En 1922 se unió a Diego Rivera y a David Alfaro Siqueiros en el sindicato de pintores y escultores, intentando recuperar el arte de la pintura mural bajo el patrocinio del gobierno, y en 1926 pinta el mural Reconstrucción el edificio que actualmente ocupa el Palacio Municipal de Orizaba, Veracruz, por encargo de la Secretaria de Educación Pública.
En toda su obra destaca el proceso de deshumanización que genera el modo de producción capitalista, y pondera el carácter solidario y humano de la Revolución Mexicana y del movimiento de Independencia. Al comienzo del movimiento muralista, se le encomendó el patio grande de la Escuela Nacional Preparatoria en el Colegio de San Ildefonso. En la Casa de los Azulejos realizó Omnisciencia.
De regreso a México en 1934, realizó un gran tablero con el título La Katharsis en el Palacio de Bellas Artes. Entre 1936 y 1939 desarrolló su actividad artística en Guadalajara: los muros del foro del paraninfo de la Universidad, la escalera del Palacio de Gobierno y la capilla del Hospicio Cabañas.
En 1940 decoró la Biblioteca Gabino Ortiz de Jiquilpan. El Museo de Arte Moderno de Nueva York le encargó un tablero que tituló Dive Bomber. La Suprema Corte de Justicia de la Nación y el Hospital de Jesús se enriquecieron también con sus frescos. En los años siguientes y hasta 1946 hizo pintura de caballete, retratos y decorados para ballet.
Fue miembro fundador del Colegio Nacional, en 1946 recibió el Premio Nacional de Artes y, a su muerte un día como hoy de 1949, fue el primer pintor sepultado en la Rotonda de las Personas Ilustres, donde descansan sus restos mortales.