Niños devorados por la violencia
Casi no hay nadie que no se haya angustiado ante la enfermedad de algún ser querido; y peor si el diagnóstico es de cáncer y le esperan las horrorosas quimioterapias que pueden acabar con las células enfermas; pero también, muchas veces con las sanas.
Me parece por eso importante compartir la información de que algo tan simple, barato y sencillo, como comer una manzana con todo y algunas de sus semillitas, es más efectivo que la más fuerte quimioterapia.
Se dice que estas semillitas son el anticancerígeno más poderoso del planeta; y aunque aún se están haciendo investigaciones para probarlo, mal no hacen; así que cada vez que consuma una manzana, no deseche las semillas; cómaselas directamente o échelas en alguna ensalada.
Se les atribuyen propiedades y efectos benéficos para la salud en muchos aspectos; pero lo mejor, es el efecto que producen sobre los tumores de doce tipos de cáncer; incluyendo los de colón, pecho, próstata, pulmón y páncreas.
Además las semillas de manzana, destruyen sólo las malignas células del cáncer y no afectan a las células sanas.
Son también agentes anti-microbiales de ancho espectro, contra las infecciones bacterianas y por hongos; eficaces contra los parásitos internos y los gusanos; regulan la tensión arterial alta; son antidepresivas; y combaten el estrés.
Y otra cosa relacionada con la medicina que acabo de leer, es que en Rusia curan las adicciones y los estados depresivos con golpes en los glúteos.
Y aunque lo pareciera, «no es un actividad sadomasoquista», aclaró a «The Siberian Times» la psiquiatra Marina Chukhrova; y agregó que el método «obedece a un claro y definitivo propósito médico», que la única zona del cuerpo que se golpea en el tratamiento son los glúteos; y lo hacen con ramas de sauce, porque como tienen la cualidad de ser flexibles no se rompen, y no provocan heridas.
«La experiencia nos muestra que es esa una buena zona reflexógena, y con la posibilidad de poder ser usada para transformar las señales de dolor en una actividad positiva para el organismo humano», sostuvo la psiquiatra.
Según la especialista, esta cura está indicada para pacientes que no responden a otros tratamientos; y explicó que los golpes devuelven la felicidad a las personas y quitan las adicciones, debido a que quienes están tristes y o tienen alguna adicción lo que en realidad padecen es carencia de endorfinas; substancias que son también conocidas como «hormonas de la felicidad».
Y que el dolor que provoca el castigo corporal estimula al cerebro a liberarlas, haciendo que los pacientes se sientan más contentos.
«Los golpes contrarrestan la falta de entusiasmo por la vida que a menudo está detrás de las adicciones, las tendencias suicidas y los desórdenes psicosomáticos», afirma el psicólogo German Pilipenko, quien trabaja con el método junto a Chukhrova.
Este insólito sistema fue creado por Sergei Speransky, director de Estudios Biológicos del Instituto de Medicina de Novosibirsk, quien ha admitido que lo probó para tratar su propia depresión. «Funcionó para mí. No soy sádico, al menos en el sentido clásico, pero sí defiendo los golpes», ha dicho el médico.
Antes de cada sesión de golpes, los pacientes reciben primero asesoría psicológica y al terminar son sometidos a un electrocardiograma para verificar que el tratamiento no les esté causando algún inesperado problema cardíaco.
Aunque los golpes siempre son en los glúteos, la cantidad que debe recibirse está determinada por el tipo de adicción que se tiene.
Los adictos a las drogas deben soportar 60 golpes, mientras que para las terapias contra otras adicciones como alcohol, o sexo, el número de golpes es de la mitad.
Pacientes que se han sometido al método aseguran que a pesar de que se siente mucho dolor, ya que recibieron los que les correspondían, se han dado cuenta de que realmente la terapia les ha servido.
Cada sesión de golpes cuesta unos 60 mil pesos, y se realizan dos por semana durante tres meses.
Chukhrova afirma que aunque no hay reglas establecidas, los tratamientos para hombres los llevan a cabo mujeres y viceversa; y que si “algún paciente siente placer sexual por los golpes, nos detenemos de inmediato».