Vinculan a proceso a ex funcionarios del SAT por presunto fraude
MÉXICO, DF., 2 de enero de 2016.- Un hombre que sometía a trabajos forzados a ocho de sus víctimas, recibió una sentencia de 43 años y seis meses de prisión de un Juez de primera instancia, con base en las pruebas aportadas durante el proceso por la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF).
La PGJDF detalló que el impartidor de justicia 51 Penal, con sede en el Reclusorio Preventivo Oriente, impuso a José Antonio Sánchez Jiménez una multa de un millón 678 mil 800 pesos, por la comisión de los delitos de trata de personas agravada, en su modalidad de trabajo forzado y corrupción de personas menores de edad agravado.
Sánchez Jiménez vivía con las agraviadas en un domicilio localizado en la delegación Cuauhtémoc, a quienes obligaba a vender golosinas, cigarros y agua de las cinco de la mañana a las diez de la noche en las colonias Santa María la Ribera y Roma, cuando regresaban les quitaba el dinero, además, mantenía una relación sentimental con tres de ellas.
Una vez iniciada la denuncia en la Fiscalía Central de Investigación para la Atención del Delito de Trata de Personas, una de las afectadas refirió que en 1999 conoció a José Antonio Sánchez Jiménez quien desde entonces le exigía laborar en la vía pública; al paso del tiempo observó que comenzó a llevar a otras mujeres a vivir en el mismo inmueble.
Cabe precisar que una de las concubinas era hija de José Antonio Sánchez, con quien tuvo un bebé y cuyo proceso de corrupción inició desde que tenía 15 años de edad.
Como el inculpado se dedicaba a cuidar vehículos en la calle, se llevaba a dos menores de edad para que le ayudaran. En tanto, a las mujeres las mandaba a cinco puntos de las zonas mencionadas.
El Ministerio Público giró orden de presentación por lo que agentes de la Policía de Investigación detuvieron a José Antonio Sánchez Jiménez.
La Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal garantiza su compromiso de continuar el combate a este delito que afecta la dignidad humana, a fin de mantener la confianza de los capitalinos.