Confían demandantes en reforma laboral ante Monreal
MORELIA, Mich., 1 de junio de 2015.- Si al niño Silvano Aureoles Conejo, hijo de madre soltera y analfabeta, nacido en condiciones familiares adversas -que a los 11 años apenas comenzaba a aprender las primeras letras en Ojo de Agua, zona muy aislada e inhóspita de la Tierra Caliente, en la depresión del Balsas, municipio de Caracúaro, Michoacán-, alguien le hubiese augurado que el 7 de junio de 2015 sería quizá el día más importante de su vida, seguramente lo habría tachado de loco.
Sin embargo, el pequeño que decidió emigrar a los 13 años hacia Huetamo, con apenas estudios de tercero de primaria, “para probar suerte y trabajar, es decir, desafiar mi propio destino”, es hoy candidato del Partido de la Revolución Democrática (PRD) a la gubernatura, y el próximo domingo, espera ratificar en las urnas los pronósticos de favorito.
Favorecido por el destino, la suerte y la perseverancia -o los tres factores a la vez-, empero esta vez nada ha dejado al azar. Diputado federal con licencia, mantiene una disciplina logística a toda prueba, que le ha permitido cumplir una intensa campaña electoral, en la que reconoce apenas haber tenido tiempo para comer o dormir, entre decenas de mítines, asambleas, reuniones con simpatizantes y adeptos, cónclaves con miembros de su equipo de trabajo, conferencias de prensa y entrevistas en programas de radio y televisión, en los que se desenvuelve con gran habilidad.
De mucho le han servido sus largos años de brega política, pero sobre todo, su paso en the big leages, como el haber ocupado recientemente la presidencia de la Cámara de Diputados en la LXII Legislatura y apoyado el grueso de las Reformas enviadas al Congreso por el presidente Enrique Peña Nieto, lo cual -entre los suspicaces y sus adversarios políticos-, le ha conferido el mote de “candidato oficial”, por encima de las aspiraciones de su más cercano perseguidor, el priista José Ascensión Chon Orihuela, a quien respalda también el Partido Verde, y de la panista Luisa María Calderón Hinojosa, la Cocoa, la cual en las últimas semanas ha caído hasta el tercer lugar de las intenciones de voto.
Recientemente se sumó a la campaña de Silvano Aureoles, el candidato del Partido Humanista, Gerardo Dueñas Bedolla, otro de los inscritos en el proceso en el que también contienden María de la Luz Núñez Ramos, candidata de Andrés Manuel López Obrador, bajo las siglas de Morena, quien sólo aspira a no caer al quinto sitio, por debajo de Manuel Antúnez Oviedo, abanderado de Movimiento Ciudadano.
Son las 15:30 del jueves 28 de mayo y apenas ha concluido un encuentro en los salones del Best Western Plus Gran Hotel Morelia, donde militantes y candidatos a diversos puestos de elección popular de Movimiento Ciudadano (MC) vinieron a sumarse a su campaña.
Silvano -como habitualmente le llaman sus correligionarios-, busca acomodarse en una de las sillas metálicas del lugar y extiende una de sus piernas a todo lo largo, con cierto malestar, a causa de un severo golpe en la rótula, como consecuencia de un encuentro de basquetbol -“una cascarita”, dice-, que sostuvo hace dos semanas con integrantes de la prensa michoacana, y que rehabilita provisionalmente con el apoyo de una férula.
-¿Por qué quiere ser gobernador de Michoacán? – se le pregunta, al también ingeniero agrónomo, egresado de Chapingo, mientras una asistente le sirve una taza de café, infusión que no es muy de su agrado, pero a la que recurre para mantenerse en la brega.
-Quiero ser gobernador, porque no deseo que Michoacán siga como está. Conozco el estado, porque lo he recorrido muchas veces, y la paradoja es que a pesar de ser una de las entidades más ricas del país -con enormes recursos naturales y posee todo tipo de climas y tipos de vegetación, el de más cuerpos de agua interiores y distintos hábitats, con más de 230 kilómetros de litoral- vive una situación dramática por severos rezagos en materia de oportunidades de desarrollo, empleo, ingreso, vivienda y condiciones de bienestar en general.
Tiene mucho rezago en materia educativa, seguridad pública, servicios de salud; mucha injusticia y marginación. Hay más de 1.5 millones de personas que no tienen casa adecuada para vivir y más de medio millón de personas en condición de pobreza extrema, por debajo de los límites de sobrevivencia.
Una infancia difícil detonó su vocación
“Desafortunadamente, por esos bajísimos niveles de vida de muchos michoacanos, aunados a la misma condición de aislamiento y los ínfimos niveles educativos de la época -mi madre era analfabeta-, a cierta edad ya no pude continuar en la ranchería Ojo de Agua, en el municipio de Carácuaro, donde vivíamos en una casita con techo de zacate y piso de tierra, sin agua ni energía eléctrica”, refiere el político michoacano, quien entonces decidió emigrar a los 13 años hacia Huetamo, localidad donde fue propiamente un “mil usos”. Para sobrevivir trabajó como barrendero, cargador, albañil, panadero, vendedor de ropa y aguas frescas, talabartero, fabricante de huaraches y chofer.
Considera que, pese a su corta edad, fue un periodo enriquecedor para su persona porque “descubrí muchas cosas. Cuando estaba en sexto año de primaria, después de muchas peripecias, conseguí un empleo en una fábrica y allí conocí a los hijos del dueño que habían estado cercanos con el movimiento del 68 y me indujeron a la lectura”, señala.
Fue una especie de “camino a Damasco”, para él, como le sucedió al apóstol Pablo, pues ahí se forjó lo que después sería el personaje en que se ha convertido, que inició una escalada ascendente hacia altos puestos en la política donde -además de varios cargos partidistas-, ha sido diputado federal en dos ocasiones, senador, presidente municipal de Zitácuaro, titular de la Secretaría de Desarrollo Agropecuario michoacana y coordinador de la bancada del PRD en la Cámara de Diputados.
Pero aun cuando ha alcanzado niveles que “cuando era un niño muy pobre y necesitado no hubiera soñado jamás, desde entonces ya llevaba sembrada en la conciencia el granito de la injusticia que se forjó en el cerro, en el rancho, donde vivía, en el que había unas 8 o 10 viviendas, y cuya dueña era doña Guadalupe Franco”, señala durante la entrevista.
De vuelta a su baúl de recuerdos, evoca a esa mujer “que tenía muchas vacas y tierras. Yo me preguntaba por qué la cosa era así; por qué ella tenía tanto y otros, como era nuestro caso, a veces no teníamos ni para comer ese día. Incluso, el lugar donde vivíamos no era nuestro, nos lo prestaban para levantar una casa de paja con piso de tierra y los terrenos donde sembrábamos, también eran prestados”.
Recuerda que la señora “a diario ordeñaba y tenía leche, tenía queso, un manjar entonces, en condiciones tan limitadas. Los domingos, la mujer nos regalaba una poquita de leche en una cubeta y para nosotros era día de fiesta.
“Fue esa niñez precaria, llena de privaciones, donde se incubó en mí la inquietud de dedicarme a la política para luchar contra estas disparidades sociales. Así empezó esta ruta; con observaciones propias y a través de la lectura, entendiendo otras razones, comencé mi formación. Leía mucho sobre la entonces Unión Soviética y Cuba en la memorable colección Septentas, y de esa manera fui fortaleciendo mi pensamiento de izquierda”.
Su vinculación con Cuauhtémoc Cárdenas
Otro hito en su itinerario vital fue cuando llegó a estudiar a Chapingo, como ingeniero agrónomo, donde se convirtió en dirigente estudiantil y “me vinculé en ese entonces con el Movimiento Democrático de Cuauhtémoc Cárdenas. Ahí le seguí, pero yo tenía la idea de este reto en la vida y he transitado por la vida con esta meta, no por ambición, sino porque creo que no estamos bien así y ahora estoy más convencido que nunca”, comenta sonriente el aspirante a gobernador, padre de dos hijas: Elizabeth y Sofía y divorciado desde hace más de 15 años.
Cuando se le inquiere si tiene pareja en puerta, el también Maestro en Ciencias en Desarrollo Rural Regional, jocoso arguye que está “casado con la política” y que con quien está realmente comprometido es con su entidad.
“He recorrido el estado muchas veces. Antes de meterme a la política nacional, fui dirigente campesino, estuve en la UNORCA Nacional, en el Congreso Agrario Permanente y ya tenía una identificación de cosas, y luego decidí entrarle al terreno electoral, porque tienes que estar donde se toman las decisiones.
“Tuve la oportunidad de recorrer el estado como líder campesino, estudiantil. Terminé en Zitácuaro, donde fui presidente municipal y presidía la Organización de presidentes municipales emanados del PRD, éramos como 70, y recorría el estado para hacer reuniones con presidentes municipales y de ahí me seguí con varias campañas a nivel estatal; es decir, lo conozco bastante bien”, rememora.
El estado, de cabeza, por La Tuta
Silvano Aureoles, quien el próximo 23 de agosto cumplirá 50 años, sabe que en caso de llegar a la gubernatura michoacana, le esperan muchos retos, entre otros, quizá el más importante, la inseguridad, para combatir la percepción de que los problemas que afronta el estado no tienen remedio y está condenado a vivir en medio del caos y a manos de la delincuencia.
Vestido con pantalón negro y camisa blanca donde se lee Silvano gobernador, Un nuevo comienzo. Claro que sí y lleva inscritos los logotipos de los partidos Encuentro Social, Nueva Alianza y del Trabajo, que inicialmente se sumaron a su candidatura, exclama:
“Michoacán es un estado que se fue debilitando de manera muy grave, sobre todo la parte institucional, en materia de justicia y seguridad pública, a tal grado que acabaron gobernando los poderes fácticos, la delincuencia organizada; entonces, la capacidad del estado para atender el fenómeno, fue menguando”, asegura.
Se le recuerda que Servando Gómez Martínez, “La Tuta”, uno de los jefes del cártel de Los Caballeros Templarios, puso a temblar a todos con sus videos.
Aureoles se muestra alarmado de que “un personaje y además, delincuente, ponga de cabeza a un estado; todos girando en torno a él, sucumbiendo a sus encantos, todos, empresarios, políticos, religiosos, periodistas, todos”.
-Es decir, un polvorín que prácticamente le explotó en las manos al ex gobernador Fausto Vallejo…
-Sinceramente no es situación que le haya explotado en las manos a Fausto Vallejo; más bien su gobierno fue la parte cumbre del nivel de infiltración y colaboración de los cuerpos de seguridad y de los órganos de procuración de justicia, en todos los ámbitos, con el crimen organizado, dice y recuerda que la extorsión llegó a su máxima expresión cuando “en el colmo del asunto, los delincuentes llegaron hasta a cobrar impuestos hasta por la venta de las tortillas. En Tierra Caliente el kilo valía 16 pesos, 5 pesos más que en el resto del estado y del país, pues obligaban al dueño a ponerle un sobreprecio. El impuesto al crimen afectaba a todos, inclusive a los boleros, los limpiaparabrisas, las tienditas, todos pagaban impuestos extra; una cosa terrible”, señala.
“El hecho es gravísimo. Y cuando el gobierno llega al nivel de que no cumple con sus dos propósitos esenciales -que no los ejerce, como son cobrar impuestos y brindar seguridad-, el Estado y el gobierno no tiene razón de ser”, señala.
“En Michoacán, estos llegaron a niveles de meterse en todo. Esto puede sonar a broma o como chiste, pero así era: ellos cobraban deudas, resolvían conflictos matrimoniales, divorcios, y hasta repartían herencias”.
Aureoles indica que “a esos niveles de descomposición se llegó en Michoacán pero también se produjo un debilitamiento financiero, porque a pesar de todo el dinero que recibía de la Federación, el estado no tenía capacidad de nada, ni de elaborar un proyecto. Todo eso facilitó que esos grupos con tanto poder económico, se adueñaran de las minas, de todo, del estado”, señala.
Ilustra con el caso del municipio de Carácuaro, que era cabecera municipal, donde el propio Aureoles promovía la entrega de fondos para arreglar la imagen urbana.
El ex senador señala que no sabe cómo se enteraron los delincuentes de que estos fondos iban a destinarse “y antes de que llegaran, le estaban llamando al presidente municipal, en el sentido de que tenía que entregar el 10 por ciento y por adelantado”.
Recuerda que las obras del gobierno federal que se licitaban también entraban en este juego tenebroso de la mafia.
En los municipios “imponían a los directores de seguridad pública, a los tesoreros y a los directores de obras. Este desastre hizo despertar a los michoacanos; eso fue la puntilla para desmantelar esos grupos”, aunque admite que “para lograr este propósito muchos tuvieron que tomar las armas”.