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CIUDAD DE MÉXICO, 4 de marzo de 2016.- En México las personas se retiran “realmente” al ser octogenarias, y lo hacen porque les faltan fuerzas para seguir. Incluso, muchas continúan hasta que sus capacidades físicas lo permiten, afirmó Berenice Ramírez López, del Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc) de la UNAM.
La catedrática citó que los censos y encuestas de ingresos y gastos de los hogares de los últimos siete años así lo revelan y dijo que el problema es que en el país sólo uno de cada cuatro adultos mayores de 60 años recibe una pensión y, si no hay una modificación en esta dirección, la pobreza seguirá en aumento en la vejez.
Hoy, en la nación hay nueve millones 455 mil habitantes mayores de 65 años, de los cuales cuatro millones 300 mil son hombres y cinco millones 155 mil, mujeres. De éstos, dos millones 637 mil son ocupados, es decir, el 27.9 por ciento aún es población económicamente activa.
En cuanto a los niveles salariales, la universitaria detalló que de ese segmento el 31 por ciento gana un salario mínimo y el 23 tiene una pensión, aunque ésta no supera los dos salarios mínimos.
Además, un porcentaje importante no percibe lo suficiente para su alimentación. “Por ello, su situación se considera uno de los problemas graves que no se han corregido con las reformas instrumentadas”.
La especialista en mercados laborales y seguridad social aseguró que esto tiene que ver con la falta de sistemas de protección en este apartado y pensiones adecuadas. “Este escenario se hace más complejo para las mujeres porque son las que aportaron menos a este tipo de subsidios cuando estaban en edad productiva o, por no contar con un trabajo protegido, se quedaron en estado de vulnerabilidad”.
El tema del envejecimiento demográfico, caracterizado por un crecimiento dinámico de los mayores de 60 años, nos sitúa en una problemática; hoy 9.4 por ciento de los mexicanos tiene más de 65, cuando en la década de los 50 este índice era del cinco, agregó Ramírez López.
Reiteró que una de las preocupaciones es la seguridad económica, cómo enfrentarán los retos de ingreso para alimentación y vivienda o cómo solventarán afectaciones de salud, pues a medida que la esperanza de vida aumenta, se presentan más inconvenientes para la atención en el último rubro.