
Cuauhtémoc y Papantla, en alianza para impulsar cultura y turismo
MÉXICO, DF., 2 de noviembre de 2015.- -Aquí ya andan mi esposo y mi hija, desde la madrugada para visitarnos como cada año.
-¿Y si vienen? ¿Ya están aquí?
-Claro que si, por eso aquí está su comida, su pozole, su tequila, sus crujitos, su cigarro y lo que más les gustaba, sus pambazos.
La señora Esther Flores llegó acompañada de su hermano Benjamín y su hija Estela, para recordar a don Felipe, su marido y a su hija más pequeña, Lucía, quien falleció a los 40 años por cáncer.
Hace 18 años enterró a su esposo debido a que una mala operación en el hígado, mientras que tres años más tarde tuvo que despedirse de Lucía porque se le agravó el cáncer en los huesos.
Como cada año, a las 9:00 de la mañana, la señora de 75 años de edad acude al Panteón Dolores, al poniente de la Ciudad de México, para recordar a sus seres queridos y colocarles la tradicional ofrenda de Día de Muertos.
“En cinco años fue una rachita mala, donde tuvimos las pérdidas de mi esposo y mi hija menor, es duro enterrarlos, pero este día sé muy bien que vienen para decirme o hacerme sentir que están bien allá en el otro mundo”, dijo.
Con canciones de Javier Solís y de los Tigres del Norte se ambientó la tumba que comparten padre e hija, así como toda una gama de flores coloridas para adornar el lugar.
Ante esta algarabía, algunos turistas extranjeros se acercaron donde la familia Flores celebraba a sus muertos y generaron la admiración y aplauso de los visitantes.
“Todos vamos acabar aquí”
La familia Hernández llegó con la banda norteña, el mole, el arroz, las tortillas, el refresco y los flanes para desayunar con los abuelos, quienes fallecieron hace más de 15 años.
“No le tenemos miedo a la muerte, si no a la forma de cómo nos vamos a ir de este mundo, pero como decían mis papás, tarde o temprano todos vamos acabar aquí en esta tumba, junto a nosotros, junto a la familia, todos unidos estaremos”, aseguró Mario, hijo mayor de la familia.
Al igual que la mayoría de los mexicanos, el trío de música norteña se instaló frente a la tumba y los corridos comenzaron a sonar.
Como cada año, cientos de capitalinos hacen suyos los 116 panteones que se encuentran en la ciudad, para recordar a sus seres queridos.