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CABO SAN LUCAS, BCS., 24 de septiembre de 2014.- Los ‘techos seguros’ que otorgó el gobierno federal a las colonias más pobres del municipio de Los Cabos, volaron ante la llegada del huracán Odile.
Lucía y Pedro son residentes de la colonia Caribe Bajo, en la zona más alta de la ciudad, recibieron el primer impacto del fenómeno natural con vientos de poco más de 180 kilómetros por hora, después tuvieron hora y media para refugiarse y por último ver cómo su casa terminaba de ser destrozada por el ciclón.
«Primero sentimos cómo se cimbraba la casa, después se desprendieron los techos y volaron hasta quién sabe dónde, luego las paredes se quebraron y se hicieron cachitos.
«Los muebles salieron disparados, la sala tenía dos sillones, sillas y una mesa; una de las sillas quedó clavada en la pared del vecino; era un peligro estar aquí, todo volaba y te podía pegar», comentó Lucía.
Tras el primer golpe de Odile, el hogar no resistió y la parte trasera, una obra negra que sería un anexo, fue el único refugio para este matrimonio que resistió la lluvia durante cuatro horas.
«También voló el techo de aquí, pero como la estructura es de construcción (tabique y cemento) aguantó las ráfagas. Nos cubrimos con un paraguas para no mojarnos y así estuvimos cuatro horas hasta que pasara.
«Cuando entró el ojo del huracán fue cuando tuvimos chance para refugiarnos con el vecino, pero también fue afectado porque le tumbó su baño de arriba», dijo Pedro.
BASURA HASTA EN LA ESQUINA
Los restos de casas de la colonia Caribe Bajo, quedaron como escombros en las esquinas de la terracería.
En los montones se ven restos de televisores, inodoros, colchones, sillas, mesas y hasta tinacos de agua, los cuales sirven como ‘casas de campaña’ para los niños de esta colonia.
Sin embargo, los cadáveres de algunos animales que murieron por la tormenta también fueron amontonados, pero el hedor ha sido el principal temor de los pobladores, ya que un foco de infección podría contaminarlos.
«Lo que nos preocupa es que alguna enfermedad se nos meta, nos ataque, sobre todo a los niños, ahí hay cosas muertas y el apeste ya es insoportable, ojalá y no pase a más», dijo Perla, una vecina del lugar.
LOS MÁS POBRES Y LOS ÚLTIMOS EN SER AYUDADOS
Según la Secretaría de Desarrollo Social federal no se ha calculado el número de afectados por el huracán, pero tan sólo en esta comunidad se han contabilizado poco más de 7 mil.
«Te das cuenta qué dice mi puerta: techos seguros; pero dónde está el mentado techo, además son bien peligrosos porque son muy pesados y filosos, la verdad que no era muy buenos, casi nos matan», concluyó Lucía.