Dan el skateboarding y el IMSS un giro a la vida de Emilia Ojeda
MÉXICO, DF, 30 de agosto de 2015.- El Maratón de la ciudad de México le cambia el rostro a la megalópolis hostil, sucia y contaminada, preocupada –pareciera ser– sólo en sus ciudadanos automovilistas, un domingo al año. Y hoy es ese domingo. Miles, de corredores –muchos de los cuales prefieren ser autodenominados runners– recorren la ruta olímpica de 42 kilómetros que se estableciera en 1968. Su ruta es ley para sirios y troyanos, peatones, ciclistas y automovilistas. Acá nadie pasa. Entre el universo de atletas destacan corredores de élite, aficionados avanzados, adultos mayores, jóvenes; atletas con capacidades diferentes: un manual de sociología atlética que ni el alumno más avanzado de Max Weber supuso. Otros cientos que en el transcurso de la mañana serán miles, alientan cual hinchas desinteresados a los atletas.Hoy la ciudad de México es runner y sus calles un marco generoso para estimular y alentar a esos locos entusiastas que mañana no podrán mover ni las pestañas, pero cuya sonrisa permanecerá tatuada lo que resta del año.