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MEXICO, DF, 1 de diciembre de 2014.- Son las tres de la tarde. La plancha del Zócalo luce como un día normal de inicio de semana: semivacía. Con pocos feligreses yendo a catedral. Unos cuántos burócratas entrando y saliendo de Palacio del Ayuntamiento. Los soldados que resguardan Palacio Nacional. Gente que transita por el amplio espacio, que bien lleva al centro, a las tiendas, las joyerías, donde ofertan baratijas, corbatas de marca que no lo son… es un día luminoso, con frío.
Pero esto cambiará al pasar de los minutos. De todos lados empieza a aparecer gente de diversas clases sociales. Con pancartas, con niños, señoras de todas las edades. Hombres, mujeres y pequeños han empezado a arribar a la Plaza de la Constitución para protestar, como dirán algunos, por los chavos desaparecidos en Iguala, pero también por el mal gobierno.
La masa humana empieza a invadir el lugar. Grupos de estudiantes invitan a no pagar el metro en la estación Zócalo. Llegan contingentes del Poli y de la UNAM. Muchos portan banderas de México, mantas alusivas a Ayotzinapa, a la represión. Otras piden la salida de Peña. También arriban estudiantes del ITESM.
Al filo de las 16.20, el contingente, entre bulla, gritos de repudio al gobierno y el ya consabido: Vivos se los llevaron, vivos los queremos, inician la salida rumbo al Ángel de la Independencia. Al frente, los padres de los normalistas desaparecidos, con foros enormes de sus hijos en sus manos.
En su camino, por la calle Madero, se les une otro grupo de estudiantes de la UNAM quienes llevan banderas rojinegras. Los del SME los esperan en 5 de Mayo y se les unen. La organización Marabunta, todos ellos con playeras rojas, llega por Palma. Padres, gente de la CNTE, de las normales, del SNTE, los tecnológicos, organizaciones sociales. Gente de la CNDH. Muchos niños. Todos van rumbo al Ángel.
A las 16:50 se acercan a la Avenida Juárez. Ahí, junto a Bellas Artes, los recibe otro grupo con una gran manta: Ayotzinapa: Crimen de Estado. Y por ahí empiezan a aparecer algunos embozados que se dispersan entre el ya numeroso contingente.
“No vamos a permitir a los infiltrados, ni que usen nuestro dolor y nuestra rabia. Esta será una manifestación pacífica”, dice desde el micrófono uno de los padres de los desaparecidos. Informan que “los puercos” están por 5 de Mayo y Bolívar.
Por ahí aparece una manta con las fotografías de los detenidos el 20 de noviembre, encarcelados y después liberados. “Aquí estamos para protestar por todo”, dice una señora que se dice “hasta la madre de este pinche gobierno que nomás no atiende las necesidades del pueblo”.
El frío de este día empieza a calar. Y empieza a correr el rumor de que la marcha no se detendrá en el Ángel, sino que irá hasta Los Pinos. “Es una pendejada”, dice una voz anónima, que remata: “Si vamos para allá nos van a madrear los guachos”. Y otro, informa: “Ya hay federales en la Estela de Luz y en Mariano Escobedo”.
Y de la policía, durante el recorrido, ni sus luces. “Es que están bien escondiditos”, refiere una jovencita que usa de toples una pañoleta y en sus brazos tiene pintadas consignas antigubernamentales. Muchos de los presentes llevan cartulinas con el impreso 43.
Un performance: varias jovencitas, de blanco y con pintura roja en sus ropas se lanzan al piso y fingen estar muertas. Ahí, a la altura de Bellas Artes organizaciones artísticas y escuelas privadas aguardan al contingente para unírseles. Son las 17:10 horas.
Quienes van a la vanguardia de la mega marcha (“somos 20, 30 mil y seremos un chingo más”, grita desaforado un joven descamisado). A las 17:30, la primera acción de los encapuchados: empiezan a realizar pintas atrás, en la calle Madero. Y más adelante sobre el hotel Kristal Grand. Y sorprende que hasta equipo de prensa llevan. “Pa que los entrevistemos”, bromea un colega.
La marcha va, pacífica, mentando, eso, sí, madres contra la autoridad, contra Peña Nieto, contra el mal gobierno, contra el secretario de gobernación… contra todo lo que huela a gobierno. Y retumba el vivos se los llevaron…
“No tenemos miedo, tenemos rabia”, reza una pinta sobre la cortina de un comercio cerrado. Por la Glorieta de Colón, una imagen: rosas blancas, de fondo, y la cifra: 43, en rosas rojas. Llega la información: atrás, en 5 de mayo, unos anarcos rompieron la puerta del cajero automático de un IXE.
Al filo de las 18 horas empieza a llegar el primer grupo al Ángel de la Independencia. Minutos después se oye un estruendo: han lanzado un cohetón al hotel Hilton. “No corran, no pasa nada”, tranquiliza una voz femenina.
Ya hay un numerosísimo grupo en el Ángel. Unos cuantos, cerca de 50, quieren ir a Los Pinos, pero la prudencia aflora y se los impiden. Va a empezar la reunión, mientras en la retaguardia, se informa, siguen las pintas por parte de los embozados, ahora sobre Reforma.
Ahí, ya en el Ángel, una serie de retratos pintados a mano en una especie de paletas de madera mostraban el rostro más dulce de los jóvenes ausentes, en una creación de la Asociación Feministas por Ayotzinapa, fueron dispuestas en el templete del mitin en el Ángel de la Independencia como recordando que faltaban esos 43 muchachos.
Ya en el mitin, ante miles que portaban pancartas, flores, con las manos alzadas, convertidas en puños y ante un silencio respetuoso, con voz entrecortada y la mirada triste, ausente, Clemente Rodríguez Moreno, representante de los deudos de Ayotzinapa, padre de uno de los jóvenes desaparecidos, exclamó: «si nuestros hijos nos están escuchando que sepan que los seguimos buscando y los vamos a encontrar».