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MÉXICO, DF, 14 de febrero del 2015.- Pamela Robles Franco, estudiante del sexto semestre de la licenciatura de Ingeniería Civil de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Aragón de la UNAM, formó parte de la primera promoción de estudiantes mexicanos que viajaron a universidades de Estados Unidos para realizar una estancia de investigación intensiva dentro del programa de becas Proyecta 100,000, informo un comunicado.
La universitaria también se convirtió en la primera alumna de esta casa de estudios en hacer una estancia corta en la Universidad Estatal de Arizona (ASU, por sus siglas en inglés), en la que se unió de manera exitosa al equipo de investigación del Laboratorio del Centro de Ubicación Cognitiva (Cubic’s Lab), donde contribuyó al mejoramiento de un dispositivo destinado a la rehabilitación de pacientes que han sufrido accidentes cerebrovasculares.
El prototipo, denominado por los científicos de la ASU como ‘Intelligent Stick’, “es una vara ‘inteligente’ que ayuda a la recuperación, por medio de vibraciones y sondeos, de quienes han sufrido accidentes cerebrovasculares. Además, emite gráficas que señalan los avances del paciente”, explicó.
Los investigadores buscaban disminuir el diámetro y longitud para hacerlo más manejable, con mejor adherencia a las manos de los usuarios, que contara con una cubierta resistente a los golpes por caídas para evitar daños a los sensores, además de que pudiera ser sumergible en agua, en caso de requerirlo las terapias.
“Me dieron dos caminos a elegir: participar en el diseño del manejo del software para encontrar el gráfico que genera cada movimiento durante la rehabilitación o ayudar en el diseño de protección y mejoras para el nuevo prototipo; me decidí por la segunda opción y empecé a hacer búsquedas de las medidas del cuerpo humano y la antropometría, para llegar a un diámetro adecuado para cualquier persona”, comentó.
En un primer reporte semanal “les envié la solución al tipo de material resistente a las caídas como el polivinil y la protección del dispositivo en espuma de caucho”.
La universitaria explicó que Intelligent Stick, desde su origen, está integrado por un control de Wii (consola de videojuegos), al cual le fueron conectados varios cables que emiten las vibraciones que graban si el paciente realiza en forma adecuada su rutina de rehabilitación, en caso contrario, el terapeuta le brinda la instrucción correcta.
Además, cuenta con una memoria que graba un récord de los movimientos de los pacientes, semejante a un electrocardiograma. Pero también, si la persona no sujeta bien el dispositivo, éste emite vibraciones para alertar que se debe corregir la posición de las manos, o para avisar que ya concluyó la sesión de ejercicios.
Las rutinas son una especie de videojuegos cuyos movimientos deben ser imitados por las personas afectadas con ayuda delIntelligent Stick, por ejemplo, levantar pesas, pescar, remar o abrir una puerta. La actividad física permite el fortalecimiento de las habilidades motoras y mejorar el rango de movimiento de los afectados.
El terapeuta se encarga de programar la sesión y el grado de dificultad; si es necesario, el usuario se lleva el aparato a su casa y ahí continúa su rehabilitación. Para ello requiere, además del dispositivo, de un disco cargado con el software de las rutinas –una especie de videojuegos–, una consola Wii, una televisión o una computadora, a través de las cuales observará la rutina.
Con lo aprendido en la carrera sobre comportamiento de materiales y medidas, Robles Franco se introdujo en el estudio de la antropometría y la ergonomía para determinar la medida base de las manos de la población estadounidense.
“También supe que las personas que han sufrido un accidente cerebrovascular pierden, en promedio, 80 por ciento de la fuerza, según el lado afectado del cerebro, por lo que el dispositivo no podía tener un diámetro general, sino diverso. Entonces, propuse que el prototipo pudiera compactarse o extenderse, según el grado de recuperación de los usuarios”.
En la Clínica Mayo de Arizona, prosiguió, se han realizado pruebas del prototipo en un paciente de 12 años, auxiliado por un terapeuta, cuyos resultados han sido positivos. “De hecho, la Asociación de Enfermeras de Rehabilitación consideró que funciona de manera satisfactoria y varias clínicas lo han solicitado”.
Al comprender bien el funcionamiento del dispositivo y la ergonomía, podría adaptarse a diferentes tipos de terapia física. De patentarse el desarrollo y fabricarse en serie, cabría la posibilidad de traerlo a México y adaptarlo no sólo a la población nacional, sino mundial, apuntó.
La joven mencionó que los investigadores de Arizona quedaron satisfechos con su desempeño. “Antes de mi regreso tuve una sesión de fotos con el director General de Investigación, Sethuraman Panchanathan, así como con los integrantes del laboratorio, quienes me felicitaron por mi trabajo y me ofrecieron una beca para realizar un posgrado en la ASU o en cualquier otra universidad de Estados Unidos”.