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MÉXICO,DF,. 31 de diciembre de 2015.- En Oaxaca, la cultura y riqueza histórica van más allá de los valles centrales y de imponentes ciudades prehispánicas. Poco a poco, en el sur del Istmo de Tehuantepec surgen nuevos e importantes vestigios históricos, como una docena de sitios con arte rupestre registrados por Fernando Berrojalbiz Cenigaonaindia, de la sede oaxaqueña del Instituto de Investigaciones Estéticas (IIE).
Ahí, el académico de la UNAM ha encontrado, como parte de una investigación en proceso, un común denominador: ese arte, pintura en su mayoría, parece no corresponder a épocas diferentes, sino tener “unidad” y provenir del Posclásico Tardío, difundió la máxima casa de estudios mediante un comunicado.
Podría relacionarse con la llegada de un contingente numeroso de zapotecas que se trasladó desde el Valle de Oaxaca y conquistó y pobló esa parte del Istmo. Lo hizo con su bagaje cultural, incluido un sistema de escritura o registro, que fue plasmado en los códices de estilo Mixteca-Puebla, de gran tradición iconográfica y estilística, presente hoy en día en la entrada de cuevas poco profundas y paredes rocosas de difícil acceso.
Esas expresiones artísticas se encuentran en un variable estado de conservación. Alrededor de la mitad de los sitios presenta problemas por causas antropogénicas (principalmente afectaciones por vandalismo, grafitis) o naturales, es decir, por intemperismo, pues la lluvia afecta el soporte rocoso de las pinturas y se producen desgajamientos que las destruyen.
Por ello, se intenta establecer una colaboración con especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), para el rescate y protección de los sitios.
Adaptación a la naturaleza
El arte rupestre es una de las expresiones humanas artísticas más antiguas y está presente en todo el mundo. Su nombre proviene de su principal característica: su adaptación a la naturaleza, es decir, que está hecho en las rocas, cuevas, acantilados u otro tipo de formaciones rocosas, explicó el experto.
Como parte de la investigación iniciada en 2008, a raíz de su incorporación a la sede en Oaxaca del IIE, el doctor por la Facultad de Filosofía y Letras en el Programa de Antropología, ha estudiado áreas que ya se conocían y otras descubiertas por él mismo al sur del Istmo.
En la mayoría de ellos, la técnica empleada por los antiguos mexicanos fue la pintura, sobre todo de color rojo (posiblemente de óxido de hierro, aunque “estamos en espera de tener confirmación por análisis de pigmentos”); también hay otros lugares con grabados, tallado sobre roca y, aún menos, que poseen ambas técnicas.
De manera recurrente, las pinturas se localizan en “abrigos”, es decir, sitios poco cobijados de la intemperie, como cuevas poco profundas, donde se pueden observar con la luz del día, o paredes rocosas en lo alto de cerros. Otro común denominador es que se encuentran muy cercanas a cuerpos de agua, ya sea ríos, manantiales u ojos de agua.
Ubicado en lugares de difícil acceso, el arte rupestre se plasmó en espacios que en algunos casos siguen siendo de culto o sagrados para las comunidades, precisó Fernando Berrojalbiz.
En la piedra los autores plasmaron tres temáticas principales: ofrendas o peticiones que, de manera lejana, recuerdan a los exvotos que hasta la actualidad se hacen en santuarios católicos; motivos relacionados con los gobernantes; y sus sistemas simbólicos, que tienen que ver con cuestiones religiosas o mitológicas, con su cosmovisión.
Hasta el momento, ninguno de estos sitios ha sido preparado, organizado o adecuado por el INAH para el turismo. No tienen vigilante ni instalaciones. Por fortuna, muchos son de difícil acceso o poco visibles, lo que los protege.
Berrojalbiz informó que ya se ha establecido contacto con las autoridades y otros sectores de la población para crear una especie de comités de defensa del arte rupestre, formados por gente de las comunidades con asesoría de especialistas del INAH.
La mejor manera de conservarlo es con ayuda de quienes viven al lado, porque a ellos pertenecen; estamos en esa labor, pero no es fácil. Para algunas personas existe el orgullo de su tradición zapoteca, de expresiones que son de sus antepasados; empero, en el Istmo el arte rupestre les queda todavía como algo lejano, que no ha sido muy estudiado ni valorado, argumentó.
De ahí la importancia de incentivar el valor que tienen esas expresiones para su propia tradición e identidad, sostuvo el especialista universitario.
Finalmente, anunció la publicación, por el IIE, de “La vitalidad de las voces indígenas: arte rupestre del contacto y en sociedades coloniales”, que recoge los trabajos que se presentaron en un coloquio internacional (2010) organizado por él mismo en la ciudad de Oaxaca, y donde participaron expertos de alrededor de 13 países.
Para la realización de sus trabajos, el académico de la UNAM ha recibido financiamiento del Programa de Apoyo a Proyectos de Investigación e Innovación Tecnológica (PAPIIT) y del propio IIE, y han participado estudiantes de licenciatura y posgrado.