Transparencia, el reto de la transición al Inegi y la reforma necesaria
OAXACA, Oax., 11 de diciembre de 2014.- A la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe en Oaxaca, van por todo. Por la alegría de convivir con la familia y de vestir a los hijos de ‘Juan Diego’ o de ‘indita’, por dolores, pesares, angustias, enfermedades, por curiosidad, por disfrutar de la verbena y disfrutar un antojo alimenticio.
Pero también por otro tipo de milagros. La compasión humana para aliviar un dolor, para recoger una moneda y comprar comida. Para llevar el doble o triple dolor: pobreza, enfermedad, hijo con discapacidad y sin atención médica.
De esto último pocos se dan cuenta. Pasan junto a la pena y el dolor sin mirar abajo. La gente busca fotos, alegrías, sonrisas, una mulita o un caballo, vivo o en figura, en qué tomar la foto del recuerdo; pagar 50 pesos por una imagen con el hijo o hija radiante y feliz, sonriente.
No para mirar a doña Felipa, mujer de 60 años, ropa raída, con dificultades para hablar el español, está sentada en el piso, en el paso de acceso a la iglesia.
Sostiene un sombrero en una mano, mientras que en el otro sostiene a pequeño Emiliano, de 12 años. El niño babea, no habla, pelea con un dulce de tamarindo, para paliar el hambre, su discapacidad le hace difícil sostenerse de pie, no gesticula, sólo busca comida.
Doña Felipa dice que llegó a Oaxaca desde hace 5 días. Es de un pueblo llamado Santo Domingo, en Huajuapan de León; desde este miércoles que vio mucha gente en la iglesia, fiesta, alegrías, decidió pedir limosna.
Sola, sin marido, con el hijo a cuestas, ha pasado 8 horas ya en el piso, ninguno ha comido. Muestra el sombrero, quizá haya juntado 20 pesos en monedas.
“No hay nada, ayer cincuenta peso, y mira tengo pagar renta, 900 pesos, ¿cómo le hago?”, dice la mujer con dificultad. Emiliano curiosea cámara de la reportera, quiere de comer pero no sabe cómo pedirlo.
Emiliano no quiere fotos, se tapa la cara, no puede quejarse, ni pedir ropa nueva para reponer sus trapos, sólo sabe que tiene hambre.
Felipa se tapa con rebozo gris, decolorado por el sol, dice que no sabe a qué virgen celebran ni de qué fiesta se trata, sólo quiere juntar un poco de dinero para su Emiliano, para un día conseguirle ayuda médica.
Los 2 siguen en el piso, pocos se apiadan. De treinta que pasan, acaso 1 voltea y pone 2 pesos, un peso, o depositan su lástima.
Es la iglesia de Guadalupe en la ciudad de Oaxaca, donde este 12 de diciembre veneran a la virgen morena. A unos metros de Emiliano y de Felipa, el bullicio, iglesia llena, dulces regionales por dondequiera; empanadas, tejate, juegos mecánicos, tacos, empanadas, quesadillas.
Flores, fiesta, hijos en brazos vestidos de indígenas, alegrías sobre pollinos, vivos y artificiales, fotos, muchas fotos, y hasta disputas entre los fotógrafos.
“¡Lleve su foto! ¡Cincuenta pesos uno, con marco! ¡75 pesos con calendario!”, el pregón en los pasillos, en medio de una disputa terrenal de los fotógrafos, por un pedazo de espacio para la foto del recuerdo con la virgencita. A la que todos piden milagros, incluso quienes no la conocen, como Felipa y Emiliano.