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CIUDAD DEL VATICANO, 20 de junio (Quadratín México).- El Papa Francisco cumplió hoy 100 días de pontificado, después de que Benedicto XVI haya dejado el cargo.
La expectativa por las reformas que implementará para cambiar la estructura del Vaticano, así como su cercanía con las personas, mantienen a los fieles con gran entusiasmo.
Desde su elección como líder máximo de la Iglesia Católica su ritmo ha sido extenuante. No se ha tomado vacaciones y todos los fines de semana ha presidido diversas ceremonias, desde misas hasta rosarios, todos masivos.
La principal característica de estos poco más de tres meses ha sido una espectacular revitalización de la asistencia a los eventos papales.
Mientras con Benedicto XVI durante el año las audiencias generales de los miércoles tenían un promedio de entre 30 y 50 mil asistentes, con el Papa Francisco esas cifras se han multiplicado.
Cada semana entre 90 y 100 mil personas asisten a las catequesis del obispo de Roma. La capital italiana sufre constantemente el caos de tráfico producto de los ríos de personas que se dirigen hasta la Plaza de San Pedro.
El otro signo tangible del cambio de pontificado han sido los gestos del Papa “venido del fin del mundo”, como él mismo se llamó aquel 13 de marzo, durante su primera aparición en público en el balcón central de la basílica vaticana.
Hombre práctico y de discurso sencillo, Bergoglio ha rechazado el automóvil oficial más lujoso, ha preferido no mudarse al apartamento pontificio en el Palacio Apostólico, ha mantenido sus zapatos negros cómodos traídos de Argentina y la cruz pectoral sencilla.
Sin intentar contraponerse a sus predecesores, ha elegido un estilo más sobrio en las formas; lo que ha mezclado con detalles concretos hacia los más necesitados.
Cada semana, antes de la audiencia, pasa hasta 45 minutos a bordo del papamóvil recorriendo la Plaza de San Pedro saludando a los fieles, que acuden en multitud.
En muchas oportunidades ha pedido que se frene el vehículo para besar a niños y bebés, abrazar a discapacitados y ancianos. Signos acogidos con gran entusiasmo por los fieles, que se han sentido acogidos e identificados.
Sus gestos han encontrado sustrato en sus palabras, incisivas y casi políticamente “incorrectas”. Ha denunciado por igual la hipocresía en la Iglesia, la corrupción, la avaricia, la ambición, la falta de ética y el escándalo del hambre en el mundo.
Este jueves Jorge Mario Bergoglio lo pasó como un día más de trabajo, durante el cual celebró la misa en la capilla de su residencia vaticana (la Casa Santa Marta) y recibió en audiencia a diversos grupos.
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