Ráfaga/Jorge Herrera Valenzuela
Ya cobran sentido aquellas palabras dichas por Abraham Lincoln a sus compatriotas buscando sanar la unidad de su nación: “No somos enemigos sino amigos: Aunque la pasión pueda haber tensado los lazos de nuestro afecto, no debe romperlos. Los acordes místicos de nuestra memoria se engrandecerán cuando sean tocados de nuevo —como seguramente los serán— por los mejores ángeles de nuestra naturaleza”.
Ciertamente, en las campañas no vimos respeto y armonía. Todos los candidatos recibieron arteros obuses. Por la pasión o por la desbocada ambición de ganar, algunos operadores y voceros recurrieron a la difamación y a las malas artes de la guerra sucia.
Hoy, sin embargo, por recientes que sean esos agravios, ya son historia. Es la hora de ver hacia adelante y tener como bandera primordial un concepto clave: la unidad nacional.
Justo a ello nos hemos dedicado en Concertación Mexicana: a persuadir a los diversos de sentarse a una mesa y darse una oportunidad de escucharse mutuamente con respeto y apertura, incluso cuando enfrente tengan a un adversario histórico. Hemos asumido el deber de instar a quienes tienen ideologías diferentes a que cedan con generosidad política con tal de forzar la evolución de nuestra cultura política.
No es julio, es diciembre
Con este espíritu, en Concertación Mexicana integramos el grupo con la mayor pluralidad de nuestra historia. Por primera vez, se dieron la mano en un proyecto común masones y católicos; los llamados de derecha y de izquierda, liberales y conservadores, mujeres y hombres que encarnan todas las formas de pensamiento del sistema político mexicano.
Todos estamparon su firma al lado de la de Enrique Peña Nieto en el Plan de la Concertación Mexicana, buscando sentar las bases de un gobierno plenamente incluyente y capaz de representar a todos los mexicanos.
Igualmente celebramos firmas de acuerdos en Ciudad Juárez, Tuxtla Gutiérrez, Cancún, Mérida, Aguascalientes, Acapulco, Monterrey, Guanajuato, Oaxaca, Tijuana, Chihuahua, Chilpancingo, Mexicali, Iguala y Guadalajara, entre otras. También realizamos nuestro evento inaugural y otro más dedicado a destacar el papel de la mujer en el Distrito Federal.
Aunque ya incorporamos a líderes sociales, políticos y empresariales de todas las regiones del país, no se ha acabado nuestro trabajo, pues no es parte de una campaña. Nuestra meta no era el 1 de julio, sino el 1 de diciembre, día que tomará posesión como presidente Enrique Peña Nieto, y todo el sexenio por venir, el que impulsaremos que se retome la transición a la democracia y se culmine en la creación de un sistema político nuevo, no renovado. Como parte de algunas otras actividades, de aquí al último mes del año recorreremos las 100 ciudades más importantes del país, para seguir sumando personas.
Es por ello que la promoción del voto útil no solo perseguía un objetivo electoral. Buscamos sembrar las semillas de la gobernabilidad y los acuerdos nacionales del próximo sexenio, también sanar discordias y convocar aquellas actitudes que Lincoln reconoció como “los mejores ángeles” de la naturaleza humana. Pues solo con unidad nacional del 2012 al 2018 podremos vivir con paz y prosperidad.