Navidad y tinieblas
México tiene hambre de concertación, de concordia, de trabajo constructivo. Ello ha sido sumamente evidente en la respuesta que hemos recibido de la sociedad mexicana al haberla convocado, hace poco menos de una semana, a formar un partido, en el Encuentro Nacional Ciudadano.
A miles de mexicanos hoy les hace sentido consolidar un espacio político en el que todas las ideologías, las formas de pensar y las visiones diversas sean respetadas. Hay un rechazo generalizado al recrudecimiento de las polémicas políticas estériles que hemos padecido durante las últimas décadas, esas que han llevado al país a la parálisis legislativa y a la ineficacia gubernamental.
Más grave todavía ha sido el distanciamiento entre grupos de la sociedad mexicana, azuzado desde un discurso confrontacional y conflictivo.
Es por ello que se ha dado la bienvenida a un esfuerzo que va justamente a contracorriente de esas tendencias: el partido que estamos promoviendo busca construir una nueva forma de convivencia nacional que desemboque en un sistema político actualizado, con referentes éticos, orientado al bienestar comunitario integral y sostenible, que trueque la partidocracia egoísta y la prepotencia oficial por el poder de los ciudadanos, que transforme la forma de gobernar en beneficio de la sociedad y la involucre de manera eficaz en la toma de decisiones que determinan la calidad de vida del país.
Por ello, se han sumado adhesiones de manera acelerada y vemos con satisfacción no solo el avance del proyecto de partido sino, sobre todo, el posicionamiento de un paradigma clave para nuestro futuro comunitario: que sí se puede concertar, sí se puede trabajar entre diversos, sí se pueden superar las diferencias en pro de un objetivo común.
Por supuesto, hay también voces maledicentes, principalmente del PAN, que sin conocer el proyecto ya lo descalifican. Hubo quien afirmó no entender “muy bien cuál sería el sustento filosófico de personas de opiniones, orígenes y formaciones tan distintas, como quienes lo anunciaron el sábado pasado”.
También ha habido una reacción primaria y “grilla” de algunos columnistas que, sin más, muestran fobia a la diversidad reunida en un propósito que trasciende los colores.
Todo ello solo puede ser producto de un lastrante prejuicio que impide concebir que personas con ideologías diversas puedan ponerse de acuerdo en pro de México, como parte de un sistema de pensamiento anquilosado, que ve la política como confrontación y no como colaboración.
No obstante, a pesar de esas minorías ruidosas y esas descalificaciones malintencionadas, ya se ha sembrado una idea en miles de ciudadanos: la concertación es tan posible como necesaria. Con ellos, con esas mentes nuevas, abiertas, desprejuicidadas, es que vamos avanzando.
*Ex presidente nacional del Partido Acción Nacional (PAN)
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QMX/me