
Libros de ayer y hoy
Cuidado mexicanos: el mundo comienza a darse cuenta de nuestros problemas de autoestima y nuestro complejo nacional de inferioridad.
Sumidos en la autoflagelación permanente, desdeñamos el aviso de que éste puede ser el momento que México despegue económicamente si aprovecha su actual oportunidad, pese a la sensación de que no importa lo que hagamos no somos europeos y contra lo que muestran las telenovelas no todos somos católicos rubios ni nuestras instituciones están a la altura de las estadounidenses o las brasileñas o las chinas o las francesas o lo que sea…
Una brutal columna de Andrés Oppenheimer en el Miami Herald puso el dedo sobre la llaga, y no es agradable.
Pero Andrés es argentino-estadounidense y probablemente eso ayude a que algunos en México acepten su dicho sin problema y otros se quejen de la incomprensión de un extranjero.
“Durante una visita a México la semana pasada, me sorprendió la sonrisa escéptica con que muchos mexicanos reaccionan ante los artículos que están saliendo en la prensa internacional vaticinando que México será la próxima estrella de la economía global, y que ya ha llegado ‘el momento de México’”, consignó.
Oppeheimer reseñó brevemente algunos de los textos publicados las últimas semanas por diarios y revistas como “The New York Times”, “Foreign Affairs”, “Financial Times”, “The Economist” respecto a las perspectivas de México.
Los textos parecieron coincidir en los anuncios de que México eclipsará a Brasil, y tal vez a India y China, como la nueva potencia del mundo emergente.
Pero como decía aquel vejo cuento de Abel Quezada, el famoso caricaturista político de los sesentas y los setentas, no contaban con los mexicanos.
“En mi visita a México, encontré un escepticismo generalizado sobre el enamoramiento de la prensa internacional por México (…) La confianza de la gente ha crecido un poco desde que el presidente Enrique Peña Nieto asumió la presidencia en diciembre, pero el 66 por ciento dice que la situación económica de México es ‘regular’ o ‘mala’”, contó.
Será también que los mexicanos, especialmente clases medias y altas, son enamorados del exterior. Brasil puede tener tasas de criminalidad elevadísimas -y las tiene- que jamás estará tan mal como México; España puede tener un desempleo de 26 por ciento -y lo tiene- pero nunca estará tan mal como México; China puede ser el paraíso de la piratería y la contaminación ambiental -y hay razones para pensar que lo es- ¡pero que orden hay en ese país! etcétera etcétera..
Y si, es cierto que hay mucho por hacer en México y mucho por lograr y mucho mas, mucho mas por avanzar. Pero ¿De veras estamos tan mal o son las ganas de ser nosotros -el grupo que seamos- el que esté a cargo de decidir que hace lo que tiñe nuestras actitudes?
QMX/jcf