A DOS PUNTAS: El regreso de “los que si saben”

19 de octubre de 2012
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8:57
José Carreño

Hace 40 años, durante el sexenio de Luis Echeverría, una de las medidas que ayudaron a facilitar la circulación de vehículos en la ya cada vez mas caótica ciudad de México fue la ampliación del “viaducto Miguel Alemán” de cuatro a seis carriles.

Pero el incremento de la capacidad del viaducto no se debió a una ampliación, sino a un “rediseño”: ahí donde había una sola línea divisoria y dos carriles se dibujaron dos señalamientos y hubo tres carriles. Como hasta ahora.

México enfrentará ahora la época de las reinvenciones y la creación de todo lo que dejó de hacerse en los últimos doce años, del hilo negro al agua de limón.

De hoy en adelante y por lo menos hasta el primer semestre de 2013, los mexicanos estaremos sometidos a una dieta en la que se nos informará que nada de lo que ocurrió durante los últimos años fue positivo y todos los defectos y problemas posibles y probables ocurrieron durante los ese tiempo y son atribuibles ciertamente a los gobiernos del Partido de Acción Nacional (PAN).

Y está bien. Es parte del juego político. Pero por favor, disfrutémoslo pero no lo creamos. Y tan divertido como pueda ser ver a distinguidos panistas volver a ser personas “comunes”, no olvidemos que muchos militantes del Partido Revolucionario Institucional (PRI) o de “las izquierdas” se consideran hoy parte de las élites a quienes ellos creen que los mexicanos debemos homenaje.

Recordémosles que la suerte de los panistas puede ser la suya.

Es importante recordar que muchos de los problemas que enfrentamos como nación, como sociedad, son problemas que llevan décadas, son sistémicos y deben ser resueltos, sin importar ya como se originaron porque lo urgente y verdaderamente sustantivo es como los vamos a resolver, como país, como nación, como sociedad.

Pero de la educación a la violencia contra los migrantes que atraviesan México, de la relación con Estados Unidos a los problemas sanitarios, de la corrupción a la mala distribución de la riqueza o el daño al medio ambiente y la injusticia contra indígenas, hablamos de problemas ancestrales, tal vez con nuevos acentos, que probablemente se agudizaron en los últimos años pero que deben ser resueltos y no van a ser arreglados por acciones milagrosas del Ejecutivo o gracias al último reporte escandaloso de alguna ONG deseosa de hacerse notar políticamente.

Son problemas que se van a resolver o se van a enfrentar con la acción concertada de todos los mexicanos, no como dádiva del PRI ni gracias a la reinvención de las relaciones exteriores, económicas o sociales.

El país tiene muchas necesidades. De la redefinición de una la doctrina de política exterior, una que concite el acuerdo de la mayoría de los mexicanos, no una política exterior del PRI a una política social que atienda verdaderamente los reclamos y las necesidades del país, pero también de una educación cívica que enseñe que a final de cuentas el gobierno no es amo de vidas y haciendas y el presidente no es el gran “tlatoani” que aporta prebendas y decide castigo según quien se porte bien o se porte mal.

Es cierto. Las necesidades son muchas, pero la responsabilidad de enfrentarlas no es exclusiva del gobierno sino de una sociedad que no debe estar atenida a que “papi” resuelva todos sus problemas sino ser partícipe activa del proceso de las soluciones.

Y ciertamente, no una que acepte calladamente la pretensión de que se puede reinventar el mundo cada seis años.

Tal vez ahora, en “el regreso de los que si saben” podemos recordar que no todo necesita ser reinventado, que no importa cuantas rayas se tracen el viaducto solo tiene un  ancho limitado y que el hilo negro ya existe, aunque su fabricación pueda ser mejorada.

QMX/jcf

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