Abanico
A veces resulta difícil escribir, no porque se desconozca el tema o porque el asunto en cuestión sea desagradable, sino porque referirse elogiosamente a alguien es difícil en este mundo moderno.
Pero difícil como es, resulta mucho mas complicado y fuera de lugar escribir críticamente acerca de John Bailey, uno de los mas importantes “mexicanólogos” estadounidenses, que este viernes 10 de mayo fue nombrado “Profesor Emérito” de la Universidad de Georgetown en lo que es efectivamente un principio de jubilación.
Ciertamente nadie que lo conozca puede tomar a mal que se retire. De hecho, hace investigación desde 1970, primero sobre Perú y Colombia y desde fines de esa década sobre México.
Bailey se especializó en gobierno y gobernabilidad y fue paralelamente maestro y anfitrión de docenas de jóvenes estudiantes y políticos mexicanos, del gobierno y de la oposición, en el poder y en desgracia, en la capital estadounidense, una ciudad provincial y de mentalidad provinciana hasta no hace mucho, pese al alcance de su poder y la extensión de su influencia internacional.
Bailey es un autoconfeso mediocre, pero constante y empeñoso jugador de tenis; un aun mas desesperanzador jugador de dominó y un acérrimo enemigo de puestos administrativos -que sin embargo debió desempeñar varias veces- y sobre todo, dueño de un formidable sentido del humor, un entusiasmo infeccioso respecto a sus temas de interés y un mas que ávido observador de la política mexicana.
Es considerado como un formidable profesor y un mas que espléndido y conocedor conferencista.
Pero sobre todo, para alumnos, colegas y quienes hemos tenido el placer de conocerlo y tratarlo, un amigo son ambages y sin autobombo, con esa actividad intelectual, esa bonhomía y esa actitud que desmienten sus 75 años de edad y hacen pensar en alguien mucho mas joven.
Autor de un libro, “Governing Mexico: The Statecraft of Crisis Management” (New York & London: MacMillan, 1988) y coeditor de hasta media docena mas, Bailey es también responsable de docenas de artículos y trabajos académicos. Todos de calidad, todos con profundidad y todos, absolutamente todos, elaborados con honradez y profesionalismo.
Lo bueno es saber que su retiro no es absoluto y que seguirá en Georgetown. Lo malo es estar consciente de que es una especie de retiro y que ahora tratará de que sus amigos sintamos culpa cuando logremos convencerlo de alejarse de la cancha de tenis.
Saludos, John, y buena suerte en esta nueva etapa.
QMX/jcf