Erotismo virtual y las cavernas del desierto
Toca a esa cámara aprobar tratados y nombramientos, con lo cual tiene un peso real importante en las definiciones internacionales de México y en el gobierno que se iniciará el primero de diciembre, un tema de particular importancia, si es que Ejecutivo y Legislativo deciden “entrarle al toro” de la largamente pospuesta redefinición de una nueva doctrina de política exterior para México.
Claro que si alguien viera la composición de la recién instalada Cámara, pondría en duda tales funciones: a reserva de sorpresas, o mejor información, no hay en ella ningún elemento con experiencia o presumiblemente con interés y conocimiento sobre temas internacionales más allá del ocasional curso en el exterior o la obligada visita a Disneylandia.
Cierto que no es un problema mortal, o uno que no pueda resolverse con unos cuantos buenos asesores y estudio.
Pero aún así no es fácil. ¿Cuál va a ser la actitud de los “padres de la patria” al dialogar con sus contrapartes estadounidenses? ¿o europeas, o chinas… o latinoamericanas?
Y eso sin entrar al punto más trascendente de convenir en nuevos parámetros para la política exterior nacional.
Tal vez sean prudentes. Tal vez, más probable, busquen en la audacia lo que la ignorancia no les provea, o encuentren en las posiciones “populares” y seudonacionalistas o presuntamente progresistas el consejo que no saldrá de su ausente información o cultura internacionalista.
Quizás, soñemos, los eventuales miembros de la comisión y sus organismos secundarios, conscientes de sus carencias, buscarán estudiar, informarse y consejos solventes. Lo mas probable, sin embargo, es que no ocurra así y se dejen guiar por principios partidistas y consejos partisanos.
Aunque la cámara de diputados cuenta con un sólido contingente de legisladores con capacidades y conocimientos en el área internacional, su papel no es calificar ni aconsejar en términos de esa relación. La ausencia de expertos -y en principio hasta de interesados- en temas internacionales en el senado es preocupante. No es el fin del mundo, por cierto, pero en un mundo como el actual y en un país como México, tiene importancia: México es hoy por hoy una potencia exportadora y millones de empleos dependen de sus ventas al exterior.
¿Y cómo aconsejarán o harán rendir cuentas al Ejecutivo sin saber de que hablan? Ciertamente se supone que el senado sea un cuerpo deliberativo pero tiene y debe tener mucho que decir en torno a las relaciones exteriores del país, mas allá de autorizar o no la cuenta de gastos de la Secretaría de Relaciones Exteriores.
Será interesante, e ilustrativo para bien o para mal, lo que pasará cuando el senado apruebe por un lado el nombramiento del próximo canciller y por otro de los nuevos embajadores, en especial ese que tendrá el encargo de llevar adelante la relación con Estados Unidos, nuestro principal socio y por ende nuestra principal preocupación de seguridad nacional y política exterior.
QMex/jcf