
Ráfaga
La Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Senadores es la que supervisa la Cancillería
La Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Senadores es la que supervisa la Cancillería, el nombramiento de embajadores y cónsules, y en general la ejecución y desarrollo de la política internacional de México.
Suena bien. El problema sin embargo es uno que ya se ha puesto sobre la mesa: ¿los recién designados integrantes de la comisión podrán llenar sus responsabilidades?
La respuesta aparente es negativa, al menos de momento.
El problema no está en la exótica -para no decirle absurda- forma en que se dividió lo que debería ser un comité con varios subcomités y mucho menos en su actual composición, donde sobresale el papel de las mujeres.
La cuestión, pese a todo, está en sus integrantes.
Varias de ellas, de las panistas Mariana Gómez y Gabriela Cuevas a las perredistas Dolores Padierna y Ana Gabriela Guevara o las priistas Marcela Guerra y Ana Lilia Merodio son mujeres con una inteligencia y una capacidad política probadas en diversos ámbitos.
Muchos de los integrantes han sido gobernadores o funcionarios estatales y académicos. Lo que es una prueba adicional de sus posibilidades y sus capacidades.
Pero hay muy poca información sobre sus conocimientos de política internacional o en temas de seguridad nacional, que son y serán el plato diario de las discusiones de la Comisión de Relaciones Exteriores -bueno, salvo de la dedicada a Africa, donde solo está anotada la senadora priiista Margarita Flores Sánchez, que ciertamente tiene buena reputación como presidenta del DIF en Nayarit-.
Pero salvo por los problemas que enfrentan los niños africanos, no parece haber mucha relación o interés…
Y sí, se encuentran por ahí la senadora “verde” Ninfa Salinas y la perredista michoacana Iris Vianey Mendoza, o David Penchyna o Javier Corral, todos ellos respetables y sin duda alguna capaces.
Pero otra vez, con muy pocos antecedentes en temas de Relaciones Exteriores, salvo algún caso en el que hay estudios o postgrados en escuelas o universidades extranjeras, pero infortunadamente eso no es suficiente.
Cierto. Tampoco se trata de inventar el hilo negro o redescubrir al agua caliente. Eso se lo pueden dejar a las dependencias del Ejecutivo, donde algunos de los que llegarán ya lo preparan. Además, un buen equipo de apoyo y consultoría puede suplir muchas de las limitaciones, pero los méritos y la responsabilidad son para los legisladores, no de sus ayudantes.
Pero de la misma forma en que la Secretaría de Relaciones Exteriores y por ende el Ejecutivo, el Congreso tiene enfrente una tarea de la mayor importancia: definir una doctrina de seguridad nacional y con ella los parámetros de la doctrina de política exterior mexicana, una tarea pospuesta por cualesquier razones durante los últimos 20 años pero que es importante y a medida que pasa el tiempo se torna cada vez mas urgente.
No, no hay dudas respecto a las capacidades o la inteligencia de los miembros de la comisión. Pero sería tranquilizante si hoy no dieran la impresión de necesitar un atlas para conocer los detalles de sus áreas de responsabilidad…
QMX/jcf