Teléfono rojo/José Ureña
Después de todo, razonan, las campañas políticas son el momento en que los candidatos prometen todo. Casa, comida, matrimonio, el cielo y la tierra, a cambio de que se vote por ellos. Eso es universal.
Nada hay imposible en ese momento. La felicidad, la unidad, el progreso, empleos, la paz, la legalidad…
Y en un descuido, hasta emular el milagro de los panes y los peces, si la promesa fuera necesaria.
No por nada la definición es compartida con los meses vacacionales de verano, cuando no hay grandes noticias a menos que se trate de perseguir al monstruo de Loch Ness, se de cuenta de avistamientos del Yeti o del chupacabras, de la inminente llegada de hombrecitos verdes venidos de quien-sabe-qué lejana galaxia…
La oferta electoral no incluye cuentos de ese tipo pero no por mucho, y por supuesto no lleva incluidos los provisos que harían calificar cada una de esas promesas. No hay el “si es posible” o si las condiciones son propicias y no hay problemas -domésticos o internacionales- que hagan imposible cumplir con las promesas de campaña.
Pero claro, como dirían los abogados, siempre está la letra pequeña, porque “el diablo está en los detalles”.
Porque ninguno advierte que la conversión económica del país y la creación de un futuro mejor demandará trabajo duro; no señor, la prosperidad y la paz están al alcance de una “X” en el partido adecuado, no en otro porque esos sí son mentirosos. El candidato que habla es el bueno…
La paz está al alcance de la mano porque cuando llegue, la delincuencia desaparecerá gracias a esa “X”. La limpieza del medio ambiente, la buena educación y la preservación de la familia y las buenas costumbres… todo eso funcionará porque el candidato si tiene compromiso, porque tiene un gran gabinete, porque es diferente, o porque es buena onda…
Y cuando pasa el momento las promesas se van junto con las historias de Loch Ness, los avistamientos de platillos voladores y el “chupacabras” para regresar en la próxima estación tontita, el próximo verano o las siguientes elecciones, según lo que llegue primero…