El INE y la complicidad
Uno pensaría que los altos funcionarios estadounidenses habrían aprendido a estas alturas del partido: referirse América Latina como “el patio trasero” puede sonar bien para oídos estadounidenses pero difícilmente hay una frase que irrite mas a los latinoamericanos en su relación con los EEUU.
Y no es que el tema sea otra cosa que un brutal ejemplo de la divergencia cultural entre Estados Unidos y Latinoamérica.
Lo que implica “patio trasero” para los estadounidenses, puede evocar para ellos momentos amenos y aún sentimientos afectuosos en un sitio para estar agradablemente con familia y amigos.
Pero el significado es muy distinto, aún desdeñoso, para los latinoamericanos, para quienes ser el “patio trasero” implica el sitio de la servidumbre y donde se guardan los trebejos.
Pero una persona normal podría creer que eso lo habrían detectado ya los estadounidenses, y probablemente los diplomáticos profesionales y expertos en política latinoamericana lo tengan ya entre las palabras a no pronunciar.
Por eso se puede imaginar que alguno o algunos de ellos hayan gemido en silencio cuando el Secretario de Estado, John Kerry, asegurase la importancia de mejorar e incrementar relaciones con América Latina, una región que denominó “nuestro patio trasero”.
¿Cuantas veces lo han dicho funcionarios estadounidenses y cuantas tormentas ha causado? La cuenta se puede perder, si es que alguien se entretiene en hacer la contabilidad de tonterías, pero en gran medida es una señal de la ignorancia que cada uno tenemos del otro y de las inseguridades y el orgullo equivocado -gallego, vamos- de los mexicanos en general y los mexicanos en particular.
Ignorancia porque lo que patio trasero significa para los estadounidenses es distinto que para los latinoamericanos. Es donde se reúne la familia a comer al aire libre; es donde está el jardín favorito; donde juegan los niños…
Ignorancia porque aún hay sorpresa porque esas palabras puedan sonar ofensivas en un continente donde patio trasero implica exactamente lo contrario de lo que se quiere expresar.
Y si en más de un sentido habría que criticar la deliberada ignorancia de los latinoamericanos respecto a la cultura estadounidense, habría también que recriminar doblemente a los estadounidenses: después de todo, lo han hecho decenas de veces con el mismo torpe, irritante resultado.
QMX/jcf