Para Contar
El Congreso está profundamente dividido a lo largo de líneas partisanas que cada vez mas responden a líneas ideológicas mas extremas y “puras” que el electorado al que dicen servir, mientras el aparato de gobierno parece con frecuencias “atascado” en el debate ideológico en el que nadie quiere ceder o parecer que lo hace.
La división en la Legislatura refleja la posición de los partidos y sobre todo las posiciones de grupos activistas, mientras la mayoría de los ciudadanos parece cada vez mas al margen del sistema político.
¿Suena familiar?
Pero no, no es México aunque la descripción pudiera ser aplicada sin problema. Se trata de los Estados Unidos, el otro país de Norteamérica que realiza elecciones este año.
Y los resultados de esa elección son hoy mas inciertos aún que las de México, donde al menos por ahora parece haber un puntero indiscutible aunque con algunos problemas a menos ya de un mes de la votación.
En Estados Unidos, las encuestas nacionales anuncian una votación cerrada, una que a reserva de sorpresas producirá un gobierno tan dividido y confrontado y por tanto tan disfuncional como el de los últimos años. Gobiernos en que grupos minoritarios obstaculizan, cuando no impiden acciones de gobierno necesarias e incluso votan contra medidas que ellos mismos ayudaron a definir y tratan de aprovechar políticamente -o electoralmente mas bien, sus propuestas.
Pero eso sí, cada una de las partes -allá y acá- afirma representar el verdadero sentir popular y los mejores intereses de la nación. Y lo dicen convencidos, al menos en principio, de que “su” solución excluye cualquier otra y no requiere de debate, de análisis, y menos de medios informativos que no respeten su versión de los hechos y excluyan las demás. La democracia es buena si está de acuerdo con sus lineamientos y su concepto, pero está en graves problemas si es que prevalece la idea del otro.
En Estados Unidos se lamenta la desaparición de los “moderados”, al menos como grupo en el congreso, toda vez que su existencia misma permitiría la negociación de soluciones y una comunicación que hace años no existe: hace 25 años, las batallas entre el presidente Ronald Reagan y el Presidente de la Cámara baja, el demócrata Thomas “Tip” O’Neil, adquirían proporciones políticas épicas. Pero al final del día, se reunían socialmente para tomar una copa de whiskey e intercambiar impresiones.
Había pues un nivel de comunicación que permitía, cuando era necesario, una acción unificada. Ahora sin embargo, la queja es que no hay diálogo y el debate está polarizado.
En México hay un pasado autoritario que ha dado paso a niveles de disensión y debate político impensables hace tan solo 30 años, con todos los problemas que se les quiera adjudicar pero con la realidad de una sociedad cada vez menos sujeta y cada vez mas dispuesta a demandar derechos políticos, económicos y sociales, pero todavía no preparada a asumir dos puntos esenciales de la democracia: negociar por el bien común y posturas de respeto hacia las ideas de “los otros”, quienesquiera sean.
En los dos países son los extremos los que se hacen oír. Los demás, sin embargo, cuentan a la hora de las urnas…