Escenario político
¿En qué medida pudiera o debiera México aceptar México presiones externas para adoptar medidas domésticas?
Esa es una pregunta importante para muchos mexicanos, que crecimos en un país donde aceptar presiones externas -o al menos aparentar que se aceptaban- era un pecado mortal. Aún quedamos algunos de esos que lamentaos profundamente la globalización y creemos en México como una especie de isla donde se vale envidiar a otros países sin darnos cuenta o sin querer aceptar las consecuencias de la relación internacional.
Pero el problema está en que muchos de nosotros recurrimos también a la influencia externa para tener impacto sobre nuestros problemas, sea mediante la formación de organismos no-gubernamentales con más fuerza por su respaldo internacional que por su trabajo doméstico, o por la presión que esos organismos pueden acarrear sobre nuestras autoridades.
Viene a la mente el “Gaiatsu”, un término generalmente aceptado como japonés y que se refiere a la presión extranjera como razón para que ese país asumiera medidas que de otra forma hubiera rehusado aceptar.
Algunos quieren ver en el “gaiatsu”, o sea la presión, estadounidense la razón por la occidentalización y militarización de Japón desde la segunda mitad del siglo 19 y otros la suma de leyes que para acabar con el feudalismo fueron impuestas en Japón después de la Segunda Guerra Mundial precisamente durante la ocupación estadounidense.
Sea lo que sea esa influencia y esas presiones existieron y quien sabe en qué medida, si acaso, funcionaron y ayudaron a que Japón se convirtiera en una potencia económica y política.
Ahora, tal vez, podríamos ver un poco de “Gaiatsu” en México respecto a derechos humanos.
No sería la primera vez. En alguna medida la presión externa, especialmente la económica, reforzó fuerzas internas y la suma obligó a la apertura social, política y económica de México a partir de 1980, de la incorporación al Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (GATT-predecesor de la Organización Mundial de Comercio) al Tratado Norteamericano de Libre Comercio (TLCAN) y la alternancia política.
Ahora el Congreso estadounidense habla de condicionar la entrega de ayuda económica para la lucha contra la delincuencia a la asunción de medidas de respeto a derechos humanos por parte de las autoridades mexicanas, especialmente las Fuerzas Armadas y los organismos de seguridad.
En todo caso no hay nada nuevo en ese sentido. Después de todo, las violaciones a derechos humanos son una preocupación creciente dentro de México y más de un académico y de un activista político se han quejado de la presunta indiferencia de la comunidad internacional hacia la situación de los derechos humanos en México.
¿Estarán contentos ahora o todavía no?
QMX/jcf