El INE y la complicidad
Una fotografía de Semana Santa, con miembros de la Legión
Extranjera española al llevar al “Cristo de la Buena Muerte”, hace
pensar menos en la gloriosa historia de España que en sus
pretensiones, tanto como la igualmente anacrónica Legión Extranjera
Francesa.
Y no es por restarle méritos a quienes encontraron inspiración y
razón de ser bajo las banderas francesa o española. Ciertamente son
mercenarios, leales a sus grupo, al cuerpo al que pertenecen, su
romanticizada historia y como consecuencia al país que los cobija.
Ambas legiones tienen páginas de heroísmo y lealtades personales
admirables, con todo y su condición mercenaria. Para algunos de sus
miembros, según la leyenda, es la posibilidad de una nueva vida, una
renovación, un sentimiento de pertenencia.
La pregunta es que representan para los países que las
sostienen. ¿Nostalgia? ¿Posibilidad? ¿Declaración de intenciones?
¿Tradición?
Cierto. En apariencia ni España ni Francia tienen intereses
coloniales, pero eso es en apariencia. Francia tiene
“responsabilidades” morales en Africa como marca su reciente
intervención en Mali y sus famosos territorios de ultramar, colonias
en todo menos en nombre de Africa al Pacífico (incluso frente a las
costas mexicanas); España tiene Ceuta y Melilla, dos enclaves
coloniales en Africa y recuerdos, por no decir polvos de aquellos
lodos.
España y Francia son los dos únicos países que mantienen
oficialmente un cuerpo mercenario, algo quizá tan honesto
-”transparente” se diría ahora- como los grupos voluntarios
internacionales que mas de una vez han luchado al lado de
organizaciones guerrilleras de izquierda.
Pero al mismo tiempo habría que preguntar ¿Porqué? o quizás ¿Para qué?
La nostalgia puede ser brutal, sobre todo en tiempos de crisis
económica, cuando resuena aquella línea tanguera de “la pena de haber
sido y el dolor de ya no ser”.
Lo cierto en todo caso es que ambas legiones existen y que tienen
una historia colonialista, sangrienta pero también romántica y hasta
heroica tras ellas. Lo correcto también es recordar que son
anacronismos, o expresiones de esperanzas coloniales sin importar que
su justificación actual pueda ser el folklore.
Hace algunos años en Estados Unidos hubo planteamientos para la
creación de una legión extranjera, con la ciudadanía como recompensa
última. Nunca despegó entonces y a cambio surgieron los contratistas
privados.
Quien sabe si la idea de una legión extranjera despegara ahora,
pero la verdad es que con toda su historia, “Lili Marlene” incluida,
los cuerpos mercenarios son una tradición que ya debiera haber
desaparecido…
QMX/jcf