Historias Surrealistas
Existen características que acompañan a los grandes líderes a través de distintas geografías y tiempos. Son los factores que conforman a quienes logran inspirar y catapultar el talento de los otros sin perder perspectiva, misión y rumbo. Es la anatomía secreta de quienes logran cambiar el mundo y generar historias más felices.
Durante mucho tiempo asumimos que se trataba de dones fortuitos, otorgados a predestinados. Sin embargo, cuando miramos en retrospectiva, hallamos esos seres en personajes próximos. La heroicidad y la admiración siempre estuvieron ahí.
¿A quiénes solemos seguir, a quien creemos y admiramos? Es momento de reconocer los liderazgos que transforman nuestra vida, en mirarlos lejos de estereotipos impuestos. Los humanos que tienen el poder de guiar a los demás pueden tener distintos rostros y nombres, pero los hermana una característica: tienen una alta credibilidad. Esta se construye con verdad y congruencia.
Aunque nadie sabe definirla con certeza, la autenticidad es el primer rasgo para confiar en alguien. Responde a la unicidad que cada uno de nosotros posee. No es fingir o tratar de emular a otros. La conexión que existe con la otredad se da a través de la empatía y no con una proclividad a agradar a los demás. No es un disfraz de simpatía. Es pura y cruda verdad.
Y sí. También existe congruencia entre lo que se piensa, dice y hace. Esta articulación refuerza el sentido de verdad que todos buscamos en medio de la incertidumbre que llena nuestras noches y días.
Esas características primordiales del líder no son las únicas. También solemos comprometernos más con quienes dejan su ego e intereses personales en pro de los demás, de una causa que nos una o el bienestar general de una agrupación o sociedad. Tiene nuestro apoyo quien logra mirar a los otros antes de enaltecerse a sí mismo. El verdadero liderazgo es servicio.
Así, un líder sabe que todo se trata de la misión, de un propósito profundo y el impacto positivo de la organización, llámese empresa, familia o grupo. Para ello, no tiene miedo de asumir riesgos. Se prepara cada día y momento a momento para aprender de sus errores y tiene la humildad de buscar ayuda y aprender de los demás.
El líder de mayor rendimiento nunca se considera a sí mismo como experto o el más inteligente. Es humilde y se acepta como ser vulnerable.
Esa vulnerabilidad es admitir que puede errar, tener problemas, dudar e incluso experimentar miedo. Pero nunca huye cuando hay un problema. Es el primero en estar cuando algo sale mal, se mantiene firme en las irrupciones.
En general, suele analizar con calma la causa raíz de una situación y ajustar los factores que inciden en ella.
Los líderes con mejor desempeño tienen una visión a largo plazo.
Todos hemos tenido grandes líderes en nuestra vida, pero es posible que en el momento no los hayamos reconocido como tales ni hayamos percibido su trascendencia en nuestras acciones y vida. A veces es un jefe o maestro. En mi caso fueron mis padres. Siempre ellos.